La Delegación del Gobierno inició ayer los trámites de repatriación de 13 inmigrantes que por la mañana alcanzaron en patera la costa mallorquina. La embarcación, de ocho metros de longitud y con un motor de 85 caballos, cubrió el trayecto en menos de un día, aprovechando el buen estado del mar y la proximidad geográfica. Un vecino de una finca de Cala Pi, Cas Guimarà, próxima al punto de desembarco en Llucmajor, alertó a la policía a primera hora, tras recibir la visita de cuatro de los pasajeros que le pidieron ayuda para desplazarse a Palma.
La Guardia Civil y la Policía Local de Llucmajor localizaron la barca abandonada entre los cabos de Vallgornera y S’Estalella y detuvieron a siete sin papeles. Los otros seis fueron interceptados en su camino hacia Palma. Las labores de rastreo persisten por si alguno ha huido.

CON TRAJE Y ASEADOS
Todos los inmigrantes son varones de entre 22 y 33 años, presentaban buen estado de salud, iban aseados y algunos portaban traje, dinero y móvil. Ninguno llevaba documentos y jugaron a la confusión sobre su origen: cuatro dijeron ser de Argelia; tres, de Marruecos; uno, del Líbano, y otro, de Irak, aunque se da por seguro de que se trata de argelinos que partieron de Dellys. Al carecer la isla de centro de internamiento, serán traslados a Barcelona para su repatriación.
“Vienen a la isla con riesgo cero”, advirtió el delegado del Gobierno, Ramon Socías, quien recordó que el itinerario utilizado era una vía tradicional del comercio entre las dos orillas del Mediterráneo. De hecho, Socías no descartó la consolidación de esta “ruta abierta”, tras constatar que se trata de la séptima embarcación que alcanza el archipiélago balear desde el pasado septiembre, y desechó la intervención de mafias organizadas. Según explicó, la mayoría de los inmigrantes organizan su partida “en plan cooperativa”, con el fin de saltar a la Península y pasar a Francia, destino final deseado por muchos de ellos.
La llegada de la anterior patera a Santanyí activó la alarma sobre la apertura de esta nueva ruta, por lo que se instalaron dos radares móviles. Según explicó Socías, ambos estaban ayer “instalados y en funcionamiento”, pero uno en Cap Salines y otro en Cap de Cala Santanyí, lo que dejó fuera de cobertura la zona por la que entraron los inmigrantes. El delegado admitió que “no son infalibles” y que la barrida de una zona deja otra descubierta. No obstante, se ha planteado una reubicación para ampliar el área vigilada.
Estos equipos se complementan con tres patrulleras de costa de la Guardia Civil, dotados con radares nocturnos. Una de ellas se encontraba entre Libia e Italia y otra ayudaba a la contención del vertido del buque Don Pedro, hundido en Eivissa, donde ya ha llegado la dotación presupuestaria para instalar un radar fijo. Socías subrayó que Europa estudia ubicar más en Mallorca, a la vista de la proliferación de pateras.