Cae una red que falsificaba papeles de inmigración para ciudadanos brasileños
La Vanguardia, , 19-07-2007LUIS BENVENUTY / ANTONI F. SANDOVAL – BARCELONA / GIRONA
La Policía Nacional desarticuló la semana pasada un grupo dedicado a la falsificación y venta de documentos de identidad portugueses, que eran comprados principalmente por brasileños afincados en Catalunya para regularizar de manera fraudulenta su situación en el país, una regularización que en verdad era un timo porque sólo podía engañar a las administraciones unos pocos meses. La operación, informó ayer la policía, ha supuesto la detención de 44 personas de un mismo pueblo de Brasil y el decomiso de su infraestructura.
Si bien la falsificación de documentos de identidad de Portugal es habitual porque es uno de los pocos países de la Unión Europea que aún conserva el formato clásico, la brigada de extranjería de la Policía nunca había encontrado una red tan bien organizada como ésta, según señaló José María Hidalgo, jefe provincial de la brigada. En dos años de actividad, la banda podría haberse embolsado cuatro millones de euros. De hecho, últimamente se estaba dedicando a la estafas bancarias y al blanqueo de dinero mediante la compra de pisos.
Cada uno de los detenidos cumplía una función. Unos ofrecían la milagrosa regularización, algunos recaudaban el dinero, otros hacían la falsificaciones y, el resto, empleaba estos documentos para obtener de la administración tarjetas de residencia y trabajo. Un carnet costaba unos doscientos euros y la completa regularización, unos dos mil. El grupo tenía un laboratorio en Barcelona, pero los captadores de personas desesperadas se extendían por Santa Coloma de Gramenet, Girona y Salt.
Allí se practicaron once registros y se decomisaron diez tarjetas sanitarias, 74 números de identificación de extranjero, 190 fotografías, 529 carnets de identidad, 60 de conducir, 14 ordenadores, una impresora láser, software, seis coches y varios escáneres. Un contacto en Londres facilitaba el papel base necesario. Y habían llegado a ampliar el negocio: ya tenían 28 carnets italianos. A falta de una investigación aún más pormenorizada, la policía estima que el grupo podría tener cerca de cincuenta clientes semanales.
La banda actuaba con suma discreción: los encargados de ir con los carnets falsos a las comisarías para obtener los NIE nunca llevaban más de un documento encima y siempre evitaban repetir ventanillas. Pero el goteo de carnets portugueses falsos detectados en comisarías de toda Catalunya estrechó el cerco policial. No tenían armas y no actuaban con violencia. La mayor parte de sus beneficios acababa en Brasil, pero parte de ellos se emplearon para comprar tres fincas y blanquear así su suculento botín. Además, la banda empezaba a falsificar tarjetas de crédito y libretas bancarias para conseguir préstamos.
(Puede haber caducado)