José Luis Rodríguez Zapatero no se resistió a abandonar México sin lanzar una crítica velada a Estados Unidos. El jefe del Ejecutivo aprovechó la cena oficial ofrecida por el presidente Felipe Calderón en el Palacio Nacional para denostar las políticas migratorias basadas exclusivamente en el control fronterizo. «No hay muro, por alto, ancho o largo que sea y cualquiera que sea el material que lo conforme, que pueda imponerse al sueño de una vida mejor», subrayó.


La reflexión podría haber sido aplicable a otros países, de no hallarse Zapatero en México. En este país la palabra muro remite inevitablemente a los miles de kilómetros de hormigón levantados por la Administración estadounidense en la frontera con Latinoamérica.


Esa solución, según el presidente del Gobierno, no podrá frenar jamás los intentos de quienes acuciados por la pobreza intentan «conquistar un futuro de bienestar». «La pobreza es hoy en día la principal causa de los movimientos migratorios incontrolados, que tantas vidas truncan en su camino, que tantos sufrimientos acumulan», añadió.


México, generoso


En contraposición con el férreo control fronterizo de la nación más desarrollada del mundo, Rodríguez Zapatero elogió la generosidad mexicana y su actitud receptiva hacia los extranjeros. «Entre ellos – recordó – figuran los miles de españoles que se vieron obligados a abandonar España por diversas causas, por eso reitero el agradecimiento por la hospitalidad demostrada».


Con todo, en un reciente discurso en el Senado, matizó que la legalidad es el «principio básico» para luchar contra los movimientos migratorios incontrolados y «la mejor garantía para la convivencia».


La cena – a la que asistió toda la delegación española encabezada por el propio Zapatero y su mujer, Sonsoles Espinosa – puso fin a una intensa jornada de encuentros entre el presidente mexicano y el jefe del Gobierno español.