Correa en España

El Universal, DANILO ARBILLA, 14-07-2007

MADRID. El presidente del Ecuador, Rafael Correa realizó la semana pasada una breve visita a España. No está claro a qué ha venido por estas tierras y qué es lo que busca, aunque en principio es un hecho que ha conseguido que se le abran las puertas de los palacios de la Moncloa y de la Zarzuela, recibido, respectivamente, por el presidente José Luis Rodríguez Zapatero y por el rey Juan Carlos.

Si nos atenemos a lo dicho por el propio Correa, uno de los propósitos de la visita fue conseguir los votos de los ecuatorianos radicados en España entre 500 mil y 700 mil para la elección de la Asamblea Constituyente del próximo 30 de septiembre.

Les anunció que tendrán seis representantes en la Asamblea y les adelantó que en la nueva Carta habrá representación parlamentaria de los inmigrantes, como si supiera de antemano lo que va a construir el cuerpo aún no electo.

Aparte de las expresiones de deseos de que retornen al Ecuador y de echarle la culpa de todo a los gobiernos anteriores y algunos reclamos, para los titulares, al presidente español, Correa fue muy concreto con el tema de las remesas. Habló de un banco, garantizado por el Estado y el gobierno léase manejado para que los ecuatorianos de afuera le envíen ayuda a sus familiares.

La preocupación de Correa es lógica: son mil 700 millones de dólares anuales a los que el gobierno no puede manejar ni meter mano y para lo que no sirve llamar al pueblo a manifestar. Una cosa es convocar contra los políticos corruptos y el imperialismo y otra cosa es meterse con la platita de cada uno.

Puede que la idea prospere, teóricamente no es mala, pero, como dijo El País de Madrid en su página editorial siempre que sea para garantizar esos fondos y no para controlarlos. Y aquí surge la pregunta de ¿quién garantiza a los garantes?

Otro de los objetivos fue tratar de mejorar un poco la imagen de su amigo y mentor, Hugo Chávez, en franco deterioro por estos lares.

Hecho sin esperar a que venciera la licencia. Dada su política respecto a la prensa y los periodistas, a los que hostiga continuamente, nadie dudó sobre qué estaba diciendo la verdad y que ese era su pensamiento.

En cuanto el tema del Mercosur, en donde a su líder se le ha dado vuelta la tortilla estimó que al igual que el CAN (Comunidad Andina) estaba permitido y catapultó la Unasur, una Unión de Naciones Sudamericanas que no pasa de ser un sello, pero a través de la cual, según Correa se puede lograr una integración más amplia y efectiva.

Por ejemplo, dijo que se podían fijar políticas comunes de defensa de la democracia.

¿En qué consistiría una política de defensa de la democracia, pergeñada por Chávez, Evo Morales, Ortega y Correa? Es otra buena pregunta.

La prensa española no dejó de dar cuenta de los atropellos autoritarios de Correa, pero siempre habló de presidente electo. Algún medio, como el ABC, recordó, sin embargo, que fue electo en el mismo acto en que fueron elegidos 57 diputados opositores, de los 100 que componen la única Cámara de representantes, los que fueron arbitrariamente destituidos con la anuencia del Ejecutivo y a los que la policía reprimió e impidió la entrada a la sede legislativa por orden del gobierno. Y la realidad es aun peor: los 57 diputados fueron elegidos directamente; no necesitaron una segunda vuelta como Correa, quien en la elección general había salido segundo.

No parecería, de todas formas, que estos temas fueran los centrales en las conversaciones con el presidente español quien reclamó garantías para las empresas españolas instaladas en Ecuador.

Esto, por otra parte, no debe sorprender pues, en la práctica, los negocios y la suerte de las empresas españolas que operan en América ha sido la preocupación primera de España mientras ha hecho la vista gorda respecto a otros asuntos, como ha ocurrido con Chávez, Kirchner y la Cuba de Fidel.

El autor es presidente honorario de la Comisión de Libertad de Prensa e Información de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP)

MADRID. El presidente del Ecuador, Rafael Correa realizó la semana pasada una breve visita a España. No está claro a qué ha venido por estas tierras y qué es lo que busca, aunque en principio es un hecho que ha conseguido que se le abran las puertas de los palacios de la Moncloa y de la Zarzuela, recibido, respectivamente, por el presidente José Luis Rodríguez Zapatero y por el rey Juan Carlos.

Si nos atenemos a lo dicho por el propio Correa, uno de los propósitos de la visita fue conseguir los votos de los ecuatorianos radicados en España entre 500 mil y 700 mil para la elección de la Asamblea Constituyente del próximo 30 de septiembre.

Les anunció que tendrán seis representantes en la Asamblea y les adelantó que en la nueva Carta habrá representación parlamentaria de los inmigrantes, como si supiera de antemano lo que va a construir el cuerpo aún no electo.

Aparte de las expresiones de deseos de que retornen al Ecuador y de echarle la culpa de todo a los gobiernos anteriores y algunos reclamos, para los titulares, al presidente español, Correa fue muy concreto con el tema de las remesas. Habló de un banco, garantizado por el Estado y el gobierno léase manejado para que los ecuatorianos de afuera le envíen ayuda a sus familiares.

La preocupación de Correa es lógica: son mil 700 millones de dólares anuales a los que el gobierno no puede manejar ni meter mano y para lo que no sirve llamar al pueblo a manifestar. Una cosa es convocar contra los políticos corruptos y el imperialismo y otra cosa es meterse con la platita de cada uno.

Puede que la idea prospere, teóricamente no es mala, pero, como dijo El País de Madrid en su página editorial siempre que sea para garantizar esos fondos y no para controlarlos. Y aquí surge la pregunta de ¿quién garantiza a los garantes?

Otro de los objetivos fue tratar de mejorar un poco la imagen de su amigo y mentor, Hugo Chávez, en franco deterioro por estos lares.

Hecho sin esperar a que venciera la licencia. Dada su política respecto a la prensa y los periodistas, a los que hostiga continuamente, nadie dudó sobre qué estaba diciendo la verdad y que ese era su pensamiento.

En cuanto el tema del Mercosur, en donde a su líder se le ha dado vuelta la tortilla estimó que al igual que el CAN (Comunidad Andina) estaba permitido y catapultó la Unasur, una Unión de Naciones Sudamericanas que no pasa de ser un sello, pero a través de la cual, según Correa se puede lograr una integración más amplia y efectiva.

Por ejemplo, dijo que se podían fijar políticas comunes de defensa de la democracia.

¿En qué consistiría una política de defensa de la democracia, pergeñada por Chávez, Evo Morales, Ortega y Correa? Es otra buena pregunta.

La prensa española no dejó de dar cuenta de los atropellos autoritarios de Correa, pero siempre habló de presidente electo. Algún medio, como el ABC, recordó, sin embargo, que fue electo en el mismo acto en que fueron elegidos 57 diputados opositores, de los 100 que componen la única Cámara de representantes, los que fueron arbitrariamente destituidos con la anuencia del Ejecutivo y a los que la policía reprimió e impidió la entrada a la sede legislativa por orden del gobierno. Y la realidad es aun peor: los 57 diputados fueron elegidos directamente; no necesitaron una segunda vuelta como Correa, quien en la elección general había salido segundo.

No parecería, de todas formas, que estos temas fueran los centrales en las conversaciones con el presidente español quien reclamó garantías para las empresas españolas instaladas en Ecuador.

Esto, por otra parte, no debe sorprender pues, en la práctica, los negocios y la suerte de las empresas españolas que operan en América ha sido la preocupación primera de España mientras ha hecho la vista gorda respecto a otros asuntos, como ha ocurrido con Chávez, Kirchner y la Cuba de Fidel.

El autor es presidente honorario de la Comisión de Libertad de Prensa e Información de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP)

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