Paseando con Rafael Correa

El Mundo, HÉCTOR MARIN, 13-07-2007

El presidente de Ecuador levanta pasiones entre sus compatriotas durante una visita a L’Hospitalet de Llobregat Inquieto, transita sin freno por el estrecho pasillo del establecimiento. Todo debe estar perfecto. «Hoy [por ayer] no es un día normal para nosotros», advierte el hostelero ecuatoriano Marcelo Vera. En pocos minutos, el presidente de Ecuador, Rafael Correa, va a visitar su humilde restaurante, radicado en el norte de L’Hospitalet. Pubilla Casas es, junto a La Florida y Collblanc – La Torrassa, el barrio que concentra la mayoría de los 13.312 ecuatorianos censados en la ciudad. Las calles viven con agitación la visita del jefe de estado: es la pasión de los hijos del masivo éxodo ecuatoriano. Ayer, más que nunca, ese fervor nacionalista tomó este popular barrio, ante las miradas atónitas de algunos vecinos.La tricolor bandera ecuatoriana está omnipresente en un establecimiento en que no faltan carteles de bienvenida al nuevo presidente.El menú está cuidadosamente elaborado: «Son platacones, caldo de pata, corbiche, mochine de yuca y camarón apanado», susurra, cohibida, la cocinera del local. La selección ecuatoriana del Mundial de fútbol de 2002 decora las mesas del establecimiento, un auténtico punto de encuentro para los recién llegados a la ciudad. No hay en Pubilla Casas compatriota que aún no conozca el restaurante Rincón Manabita: «Soy el contacto con los que van viniendo, y también con empresarios de mi país», explica Vera, vecino de L’Hospitalet desde hace siete años, quien asegura que sólo en España tiene 450 familiares. «Mi madre tiene 90 nietos y 60 bisnietos», sonríe.En España hay cerca de 700.000 ecuatorianos. De ellos, apenas unos 250.000 tienen papeles. «Todos tenemos la ilusión de volver algún día», concede Vera. «Pero antes queremos que el gobierno termine con la delincuencia», apostilla. De repente, tres hombres bajitos, vestidos con trajes de otros tiempos y parapetados tras gafas oscuras irrumpen en el establecimiento. Preparan la llegada de Correa. «Es inminente», alertan a los presentes. «Ya llegó», exclama un adolescente ataviado con gorra y camiseta de tirantes. En el exterior del establecimiento, un centenar de personas aclama a Correa. Bajo un sol de justicia, familias con niños se fotografían con el jefe de estado ecuatoriano, que reparte besos y abrazos a sus seguidores. La absoluta cercanía con la que el político se desenvuelve resulta sorprendente encontrarla en un jefe de estado. En los aledaños del restaurante, rodeado de fotógrafos y en medio de vítores, Correa lanza una primera proclama a los representantes de la que denomina la quinta región ecuatoriana: «Volveré a verles cuando les hayamos rescatado del infierno de las mafias».Ya en el comedor, mientras el televisor arroja la imagen del ministro de economía ecuatoriano en pleno debate en Ecua TV, el presidente accede a hacer unas declaraciones. Correa sostiene que para «reconstruir una patria» es necesario realizar cambios profundos, lo que incluye «sacar a los corruptos del poder».Para el jefe del gobierno ecuatoriano, la inmigración es una «tragedia nacional» que ha propiciado que miles de familias se encuentren desestructuradas. En medio del baño de masas, el aspecto físico del presidente no pasó desapercibido para dos observadoras no ecuatorianas: «O es muy alto o se ha buscado unos acompañantes muy pequeños».Vestido ayer con camisa típica ecuatoriana y sin corbata, Correa podría pasar por un galán de algún telefilme latinoamericano, se comenta en algunos corrillos. La comitiva sigue a Correa a su próxima visita, una granja próxima al restaurante. Mientras, en la sede de la Asociación ecuatoriana de L’Hospitalet, Eduardo Arroba reclama facilidades para la reagrupación familiar. «Y para homologar los títulos universitarios», interpela Adriana Guerra, de 30 años, quien obtuvo en Ecuador sus estudios empresariales. Geovanny Briones, siete años en Cataluña, agrega: «Ninguno vinimos para quedarnos, estamos demasiado lejos de casa».@LEAD:Barcelona. El presidente de Ecuador, Rafael Correa, levanta pasiones entre sus compatriotas durante una visita a L’Hospitalet de Llobregat

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