Sin reforma, la puerta está abierta

La Prensa Gráfica, Julio Marenco, 12-07-2007

El fracaso del Congreso estadounidense en aprobar una reforma migratoria integral ha dejado a las ciudades la puerta abierta a legislar.

Editor de Departamento 15

El problema migratorio es algo que debería resolver el Congreso, no las ciudades ni los estados, decía el senador republicano John Kyl en junio pasado, en un discurso a favor de la reforma migratoria integral.

Pocos días después, la reforma fracasaba, sepultada por la presión de los grupos antiinmigrantes y de los sindicatos.

Así, el fracaso en el Capitolio no hacía sino confirmar las intenciones de los que desde hace ya varios meses intentan, ante la falta de una ley más amplia, tratar de lidiar con el asunto migratorio a su manera. La normativa aprobada por unanimidad en el condado de Prince William, en Virginia, es ilustrativa. Se trata de un concejo que legisla en un área con una significativa población inmigrante, mucha de ella de origen salvadoreño.

Virginia, aunque sea el hogar adoptivo de cientos de miles de inmigrantes latinoamericanos, sigue siendo un estado conservador, sureño. La migración ha cambiado la faz de muchos de los pueblos y ciudades de ese estado, hogar del primer asentamiento estable de los colonos ingleses en lo que ahora es Estados Unidos.

Lo mismo sucede con otros estados sureños, como Carolina del Norte, Tenesí o Georgia. Los trabajos que no hace mucho desempeñaban los afroestadounidenses, como procesar pollos, recolectar cosechas o pegar ladrillos, ahora los hacen en gran parte los inmigrantes latinos.

La migración los ha cambiado. Y eso no les ha gustado. Una cosa es que hagan los trabajos rudos y otra muy diferente es aceptarlos permanentemente como parte de la comunidad. De hecho, los dos senadores por Virginia votaron en contra de la reforma migratoria, así como los senadores de Georgia, Carolina del Norte y Tenesí, los principales artífices del fracaso de la reforma. En el sur, a diferencia de otros estados de gran concentración migrante, la fuerza latina no se traduce todavía en votos.

Y votos es precisamente lo que, tras el fracaso de la reforma, la población de los estados sureños rechazó con visceral fuerza, lo que las autoridades que buscan su reelección el próximo noviembre de 2008 están buscando desesperadamente.

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