Condenado a 37 años de cárcel por maltratar y abusar sexualmente durante varios años de su mujer y de sus seis hijos

ABC, 10-07-2007

AGENCIAS.

LOGROÑO. La Audiencia Provincial de Logroño, ha impuesto una pena de 37 años de cárcel a F. J. J como autor de los delitos de maltrato familiar, lesiones, agresión sexual, abuso sexual y amenazas, cometidos contra su mujer y sus seis hijos.

El matrimonio, de etnia gitana, se casó en 1978 y desde el primer mes de casados la mujer comenzó a recibir palizas y vejaciones. Además, abusó de dos de sus hijas desde que éstas cumplieron los ocho años, mientras que a una tercera, con una enfermedad neurológica, la sometió en alguna ocasión a tocamientos.

Según relata la sentencia, se considera probado que, «desde el principio del matrimonio», sometió a la mujer a «todo tipo de agresiones físicas y psicológicas», incuso detalla que, «las más graves, verdaderas palizas, se producían semanalmente».

La Audiencia también prohíbe al procesado a residir en Logroño y le pide indemnizar a dos de sus hijas, con las que tuvo relaciones desde los ocho años, con 90.000 euros, a otra con 25.000 y a la mujer con 420.000.

El hombre impedía a su esposa salir de casa, salvo para hacer la compra, relacionarse con su familia o acudir a la iglesia. Además, le obligaba a bañarle, vestirle y calzarle «aunque él no tenía impedimento alguno» y la insultaba, por tener asma, llamándole «burra asmada».

Del mismo modo, la sentencia refleja que el acusado infería «similares» agresiones a todos los hijos. Al hijo mayor, que sufría eneuresis (expulsión de orina incontrolada durante el sueño), le obligaba a dormir en el suelo, sin taparse, y si la madre le tapaba les pegaba a los dos.

Los episodios violentos se suceden en el relato de la Audiencia que, incluye, por ejemplo, el hecho de que el menor de lo varones se autoinculpaba continuamente de cualquier asunto para evitar que su padre agrediese a su madre o a sus hermanos, y, entonces, él era quien recibía la paliza.

En cuanto a las hijas del matrimonio, además del maltrato físico de su padre, se han visto sometidas, durante toda su vida y hasta la separación del matrimonio, a un total aislamiento y les obligaba a servirle a él y a los hijos varones. El acusado abusó de la mayor de las niñas cuando tenía tres años y con ocho llegó a penetrarle totalmente, para continuar haciéndolo todas las semanas.

Asimismo, la Audiencia especifica que la mujer y las hijas sufren como secuela un grave trastorno de estrés postraumático y, en los tres casos, la recuperación de su normalidad psíquica es muy difícil.

Texto en la fuente original
(Puede haber caducado)