Negocios sociales
Diario de noticias de Alava, 07-07-2007los locutorios de Vitoria están regentados por personas de todo el mundo y de todas las edades. Es el caso de Mani, empleado de un locutorio de Nueva Fuera. Al entrar en su establecimiento, la sensación de cambiar de país es total. Diversos carteles en árabe y fotos que evocan otros lugares llenan las paredes. Numerosas personas de todo el mundo van pasando con cuentagotas, pero a buen ritmo, por el local. Todos parecen conocerse y el buen ambiente reina en el establecimiento. Mani atiende desde el mostrador. Es de Pakistán y a sus 19 años ya lleva uno trabajando en el negocio de su tío. El joven, que habla perfectamente castellano, se esfuerza por entender los diferentes acentos de sus clientes. El establecimiento lleva abierto desde 2003 y parece que las cosas marchan bien.
“El negocio va bien, todos los días viene bastante gente a llamar a sus familias”, asegura. Para este joven pakistaní lo mejor de este empleo es poder conocer gente, aunque con moderación. “Tenemos muchos clientes fijos, formamos una gran comunidad. A veces cuando les falta dinero, les puedo dejar hacer una llamada y me lo pagan después. En cambio, hay algunos que lo piden después de venir dos o tres días y no se lo permito”, apunta. Los empleados como Mani también observan el increíble aumento que está sufriendo este negocio. “Antes no había, y por eso el negocio era perfecto, pero ahora la competencia es muy grande”, afirma el empleado. Su tío necesitó ahorrar durante unos años para poder pagarse el alquiler del local y todo su equipamiento. “Primero trabajó en la construcción para poder hacer algo de dinero”, afirma Mani. “Lo cierto es que pese a tener estudios o saber idiomas es difícil conseguir un buen trabajo, por eso tantos inmigrantes optan por abrir locutorios”, continuaba el joven.
Estos locales consiguen parte de su beneficio gracias al precio de las llamadas que ofertan, aunque “dependiendo de cada país el margen de beneficio es diferente”, por lo general el negocio es bastante rentable. Aun así este locutorio también consta de licencias para vender todo tipo de alimentos, sobre todo asiáticos y marroquíes, que compran muchos de los inmigrantes de la zona. Mani y su familia tienen la intención de permanecer en Vitoria por muchos años, por lo que no mandan dinero. “Mi familia está aquí y tenemos intención de quedarnos, se vive bien”, señala. Pese a que las cosas van bien, afirma el gran sacrificio que supone trabajar aquí. “Trabajo unas doce horas al día, lo que se hace duro. Aun así es necesario para que el día de mañana pueda optar a algo más”, asegura. El aumento de este tipo de locales previsiblemente seguirá al mismo ritmo que crece la inmigración. La clave de su éxito radica en que se mantengan las diferentes zonas sin demasiada competencia. Es un buen negocio que cubre necesidades de las dos partes.
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