El juicio a los cuatro integrantes de una familia gitana de Lugo, por la participación en una trifulca en el poblado de O Carqueixo que acabó con la muerte de Salvador Cortiñas Montoya en agosto del año 2005, se suspendió porque los testigos protegidos, también de etnia gitana, evitan acudir a declarar, posiblemente por temor a represalias. La sesión de ayer se interrumpió en las últimas horas de la mañana después de haber declarado los médicos, los forenses y también los policías especialistas en balística. Toda la prueba prevista está practicada, pero quedan por declarar los dos testigos protegidos que ya no se presentaron a testificar en la tarde del jueves. La sala, que fijó la reanudación del juicio para las diez y media de la mañana del lunes, tendrá que decidir al respecto. Al parecer, los testimonios de estas dos personas son de vital importancia.


Tanto el fiscal como los letrados se están encontrando con una dificultad con la que ya contaban. Se trata de las contradicciones de los testigos. Lo que declararon el día de los hechos a los policías que elaboraron el informe no tiene nada que ver con lo que más adelante contaron al juez, e incluso ahora, en el juicio, algunos ofrecieron una tercera versión, distinta de las anteriores.


A mayores, los abogados denunciaron reinteradamente que la instrucción había sido pésima. El policía encargado de recuperar los casquillos de bala que quedaron en el poblado el día de los hechos sólo recogió 9 de los más de 50 que había, según expusieron los letrados. Ni tan siquiera fueron entregadas las ropas que llevaba Cortiñas y que le fueron sacadas en el Hospital Xeral en el momento del ingreso. En su momento también fue solicitada la autopsia a dos caballos que fueron abatidos a balazos, para recuperar los casquillos, pero no fue realizada por causas que no se clarificaron.


En la sesión de ayer, una de las declaraciones más destacadas fue la del inspector Antonio Nieto, que fue el instructor del caso y que conoce a la perfección a la comunidad gitana de Lugo. Señaló que no tienen absolutamente ningún elemento que incrimine a Luis Ramón Montoya Jiménez, Pichita , en la muerte de Salvador Cortiñas Romero, «salvo las declaraciones de algunas personas».