Indocumentados en EE.UU. sufren más dificultades

El Universo, PHOENIX, EE.UU., 03-07-2007

| REUTERS

Millones de foráneos deberán seguir en la clandestinidad y huyendo de policías.

Para los jornaleros que acuden en busca de trabajo en un estacionamiento de Phoenix, la derrota de los planes del presidente de Estados Unidos, George W. Bush, para reformar las leyes de inmigración del país fue un duro golpe para sus sueños de tener una vida normal.

El proyecto, que buscaba dar una situación legal a muchos de los 12 millones de sin papeles que viven en EE.UU., no logró el respaldo necesario en una votación clave en el Senado.

En el estacionamiento, donde la temperatura llega a los 42 grados centígrados a la sombra, el jornalero Bonifacio Sosa dijo que la decisión del Senado lo mantendría marginado y huyendo de la policía.

“Somos ilegales, solo somos basura para ellos y tendremos que seguir en las sombras escondiéndonos de todos”, sostuvo Sosa, de 58 años, quien ha tenido cuatro hijos desde que llegó al país hace 14 años.

“No tengo voz ni voto, salvo cuando pago multas e impuestos”, agregó.

Los trabajadores dijeron que sus esperanzas de tener una vida honesta en el país se habían roto tras la decisión del Senado de bloquear el debate.

“Bush quería hacer algo bueno, pero el Senado no lo dejó. Es decepcionante”, declaró en español Miguel González, de 37 años, quien lleva cinco años en Estados Unidos.

“No he escuchado nada salvo propuestas y más propuestas desde que llegué (…) pero todas son descartadas por una u otra razón”, agregó el inmigrante, encogiéndose de hombros.

Bush ha buscado una reforma a las leyes de inmigración de Estados Unidos durante años y este proyecto podría ser su última oportunidad para lograr una importante victoria legislativa antes del final de su segundo mandato en el 2009.

La iniciativa incluía duras medidas de seguridad en la frontera y en los lugares de trabajo, junto a un plan para legalizar a los indocumentados y crear un programa de trabajadores temporales respaldado por grupos de negocios.

Juan Carlos Esquivel, de 36 años, un jornalero de Ciudad de México que tiene una esposa y tres hijos, el fracaso del proyecto no tiene sentido.

“Hay trabajo por hacer, nosotros queremos hacerlo y ahora no podemos. ¿Cómo puede ser eso una victoria?”, comentó, a la sombra de un árbol. “Todos pierden y la economía sufrirá”, manifestó.

En Los Ángeles, el cardenal católico Roger Mahony, uno de los principales partidarios de la reforma inmigratoria en la Costa Oeste, expresó su pesar por la decisión del Senado.

“Sin la reforma, nuestro sistema actual seguirá permitiendo la explotación de los trabajadores, la separación de las familias y socavará los esfuerzos para proteger las fronteras de nuestro país”, declaró Mahon en un comunicado.

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