El Estado ha trasladado a la Península este año sólo a 247 menores extranjeros

En las Islas viven 612 menores extranjeros tras llegar al Archipiélago en expediciones clandestinas. De los 247 que han sido trasladados este año a la Península, 93 siguen tutelados por Canarias.

El Día, D. MERINO, S/C de Tenerife, 01-07-2007

El Estado no ha logrado su objetivo de trasladar desde Canarias a la Península a 500 menores extranjeros no acompañados de los llegados en cayuco, tal y como prometió en 2006. A día de hoy son sólo 247 los que han sido derivados a distintas comunidades, de los que 93 siguen bajo la tutela de Canarias, aunque viven en Madrid.

En 2007 han sido 201 los menores que han alcanzado las costas del Archipiélago en patera o cayuco, mientras que el año 2006 se saldó con la llegada de 928. Ante el colapso de los recintos para ellos instalados en Canarias, el Estado se comprometió a repartirlos por distintas comunidades, con el fin de repartir la carga que supone su acogida y formación hasta que cumplan la mayoría de edad.

Además de los 260 menores que están en los centros de los siete cabildos insulares, la Comunidad autónoma atiende a otros 352 en los centros de emergencia instalados hace un año en Tenerife y en Las Palmas.

En las expediciones que han venido a las Islas nunca ha llegado una mujer menor de edad, hecho que se ha producido por primera vez en las pateras que han alcanzado la pasada semana las costas del sur peninsular y no sería extraño que pudiera empezar a ocurrir en el Archipiélago. Ésta es una novedad en el fenómeno de la inmigración irregular, que ha planteado un problema en los centros de acogida, debido a que hasta ahora todos eran varones.

Muertes en cayuco

Además, algunas ONG apuntan que al margen de la tragedia que supone la llegada a las costas europeas de la inmigración irregular, hay un fenómeno poco conocido y del que apenas se pueden dar cifras fiables, en referencia al número de muertos, cada vez más elevado, de los subsaharianos durante las travesías.

Los propios inmigrants han manifestado a su llegada que en cada travesía desde las costas de África Occidental a Canarias hay personas que mueren. Indican que la norma es que cuando un inmigrante pierde el conocimiento lo dejan 24 horas en la barcaza y, si recupera el conocimiento vuelve al mundo de los vivos, pero si no lo recupera ya es considerado muerto y su cadáver arrojado al Atlántico. Cuando las pateras o cayucos alcanzan Canarias con un cadáver o dos a bordo significa que la víctima perdió la vida en horas anteriores, pero no más de un día.

Los inmigrantes suelen optar por el silencio acerca de lo que sucede en el mar. Es un pacto de silencio, pero las personas que conocen a la víctima informan posteriormente a su familia.

Cada vez es más frecuente la llegada de cayucos con algún muerto, debido a que se enfrentan a travesías de más de diez días, o, incluso, dos semanas bajo la lluvia, el sol y el viento. Algunos no lo soportan y mueren, y cuanto más inmigrantes lleva la patera la cifra de los muertos es más elevada, por la escasez de los elementos, del agua y del espacio para moverse. Algunas fuentes que investigan los hechos indican que, a pesar de ser una estimación, “muchos cayucos pueden perder entre tres y cinco inmigrantes en la travesía, por lo tanto si hay más de 200 embarcaciones clandestinas que llegan a Canarias anualmente, estamos hablando de entre 600 y mil muertos, que se añaden al naufragio de pateras o cayucos, y quizás las víctimas de las travesías superan a las de los naufragios”.

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