VALENCIA | SOCIEDAD
De todo menos cauce
Encender fuego, ducharse en las fuentes y tender la ropa en los arbustos comienzan a ser estampas habituales del jardín del Turia
Las Provincias, , 01-07-2007Encender fuego, ducharse en las fuentes y tender la ropa en los arbustos comienzan a ser estampas habituales del jardín del Turia P rohibido acampar. Lo advierte una señal del jardín del Turia. Unos metros más allá, bajo el puente de Ademuz, cientos de inmigrantes han instalado tiendas de campaña e infinidad de colchones para poder dormir allí cada noche. Otros prefieren hacerlo sobre el césped o los bancos.
La combinación perfecta de ocio, cultura y naturaleza que comenzó a engendrarse hace 30 años con la concesión del cauce por parte del Rey a la ciudad de Valencia tiene varias grietas.
Los 12 kilómetros de parque que le han valido al jardín del Turia el sobrenombre de pulmón verde de Valencia dejan, a diario, estampas impropias del espacio verde más ambicioso de la capital.
Las fuentes para beber agua se han convertido en duchas improvisadas para los inmigrantes que viven hacinados en el viejo cauce. Y la imagen se repite cada día. No tenemos otros sitio para lavarnos. Nos llevamos el jabón y nos aseamos como podemos, comenta uno de ellos, procedente de Nigeria.
Ellos no lo saben, o sí el Ayuntamiento anunció que repartirá folletos informativos pero acampando allí y utilizando las fuentes como duchas están infringiendo dos de las normas de la ordenanza municipal de Parques y Jardines, aprobada en 2002.
No son las únicas. Hasta diez infracciones más en apenas unos metros. Y algunas de ellas están recogidas como faltas muy graves.
Fuego para cocinar
Hacer fuego se incluye dentro de este grupo. La ordenanza reza que no se permitirá encender fuego, cualquiera que sea el motivo. En este caso, lo que les mueve a hacerlo es cocinar.
A partir del mediodía el humo de la leña empleada para cocinar comienza a invadir parte del viejo cauce. Cocinan lo que encontramos. En algunas mesas asoman trozos de pan, pasta y piezas de fruta.
Otra de las prácticas indebidas que ya se han convertido en habituales en el antiguo cauce del río es la manipulación sobre árboles y plantas. Tercer incumplimiento. Una cuerda sujeta a los troncos de dos árboles es una de las formas para tender la ropa lavada.
Ponemos ahí la ropa para que se seque y sino sobre los hierros de los carritos de la compra que tenemos por aquí, explica otra de las personas que malvive en el jardín del Turia. Ella es una de las pocas españolas que se encuentran en la zona. Aquí estamos gente de todas las nacionalidades. De Asia, de África, de Rumanía…pero no hay ningún conflicto entre nosotros, asegura.
También suele verse ropa entre los arbustos e incluso se observan tres perchas colgadas de algún punto del puente que sirven para poner algunas piezas de ropa.
Ocurrencia al uso de la supervivencia que también se detecta en otros inventos. Como el de atar una cuerda al pulsador de una fuente para que no deje de fluir agua y poder así lavar la ropa sin tener que estar presionándolo de forma continuada.
Además, otra de las fuentes, la más próxima al puente de Ademuz, es su principal avituallamiento de agua. La instalación se convierte en un ir y venir de inmigrantes que llenan sus botellas vacías sin descanso. También suelen meterse en las fuentes ornamentales para bañarse. Y eso tampoco está permitido.
¿Qué vamos a hacer si no tenemos otra forma de vivir? Tenemos que estar aquí. Tratamos de buscarnos la vida pero es difícil que nos den trabajo, apunta un senegalés que llegó a Valencia hace apenas quince días y que ya se defiende en español. En Cáritas nos enseñan el idioma, explica.
Buscarse la vida
Esa es, precisamente, su respuesta sobre de dónde sacan las numerosas bicicletas con las que cuentan para desplazarse. Nos buscamos la vida, espetan con una sonrisa. Lo cierto es que estacionarlas en los paseos interiores reservados para los paseantes también infringe las normas.
Algunos de ellos recurren a la chatarra como modo para intentar sobrevivir. Cartones, hierros, sillas medio rotas y carritos de bebés. Una pequeña parte del espacio bajo el puente de Ademuz se reserva, precisamente, a manipular los hierros para darles cualquiero otro posible uso, como hacerles de pared de su pequeña chabola construida en pocos metros.
Un grupo de seis inmigrantes nigerianos admite que, en ocasiones, se cortan el pelo en los jardines. Una vez por semana Médicos sin Fronteras corta el pelo. Pero, a veces, alguno nos corta el pelo a la mitad de los que estamos aquí. Nos ponemos en fila en algún lado y vamos pasando, reconoce uno de ellos.
Es parte del día a día de estos indigentes que viven en el jardín del Turia. Durante la jornada, además de ir en busca de trabajo, pasean por los parques y se sientan en los bancos.
Dormir a la intemperie
Sin embargo, por la noche algunos de ellos hacen otro uso de los mismos, que se han transformado en la cama de algunos indigentes que los prefieren a dormir en el césped o bajo el puente, un uso inadecuado según otro de los puntos clave reflejados en las ordenanzas municipales, el de la protección del mobiliario urbano.
También en este apartado se incluye que los usuarios deberán abstenerse de toda manipulación sobre las papeleras y vallas, moverlas, volcarlas […] y otros actos que pudiesen provocar su deterioro.
Dos de los seis contenedores que rodean el puente de Ademuz en el que se sitúan la mayoría de inmigrantes les sirven para almacenar cartones, sábanas y colchones que, de momento, no necesitan utilizar.
Pero, sin duda, una de las actividades que más ruido hace en el río son las fiestas ilegales. Los inmigrantes, mayoritariamente sudamericanos, las celebran a la altura de las Torres de Serrano. Hace semanas, la Policía Local tuvo que desalojar a 400 personas por las quejas vecinales. Tal y como refleja la ordenanza municipal de Parques y Jardines, las autorizaciones para celebran actos públicos en la zona deben solicitarse con la suficiente antelación para adoptar las medidas necesarias. Ni rastro de las solicitudes y, por tanto, otra actividad que incumple las normas establecidas por el Ayuntamiento.
El azul del río Turia que hasta 1985 atravesó los puentes del cauce fue transformándose poco a poco en el verde del actual jardín del Turia, que presenta, cada día, inquietantes señales que comienzan a ser habituales. Los valencianos que pasean por el viejo cauce comienzan a acostumbrarse a ver que en el césped duermen numerosos inmigrantes, y a que utilizan las fuentes para ducharse y lavar sus utensilios.
(Puede haber caducado)