ALEPHLa cacería continuará
Difícil momento para los inmigrantes en EE.UU.
Prensa Libre, , 30-06-2007No es que no existiera, es que resurge la xenofobia en Estados Unidos bajo el manto de una política migratoria federal de cero tolerancia hacia los emigrados de nuestros países. Por su parte, el Senado dejó caer la guillotina el día de ayer sobre la cabeza de millones de indocumentados que ponían sus esperanzas en la reforma migratoria y esperaban, con ello, normalizar su situación legal y ciudadana.
Difícil momento para los migrantes que se encuentran allá en esas circunstancias.
Si la estrategia del gobierno central es la de presionar, por la vía de la deportación y el castigo, a los republicanos, empresarios y empleadores que se sirven de la mano de obra barata de los inmigrantes, posiblemente lo logren, pero a un costo humano altísimo.
Cuando estas empresas agrícolas, empacadoras de carne, o del ramo de la construcción, sólo para mencionar algunas, vean que allá no consiguen mano de obra a esos precios, presionarán a quienes tradicionalmente han estado de su lado en la política, y éstos podrían comenzar a ceder. Eso, como un primer escenario.
Pero también podría pasar que los estadounidenses más pobres tengan que ensuciarse las manos realizando esos empleos que por años han sido desempeñados por los migrantes. Este escenario se plantea un poco más complejo, porque quien se acostumbra a hacerla de oficinista ya no quiere fácilmente volver a lavar inodoros.
Además, para muchos estadounidenses, realizar esos trabajos, propios de hispanics, significa una especie de degradación en su estatus social.
Los grupos extremistas que habían mantenido un perfil hasta cierto punto bajo, resucitan de entre los muertos en un clima propicio para la xenofobia. Desde los primitivos Minutemen que salían de cacería con sus rifles por las fronteras rememorando escenas del lejano oeste, hasta los polémicos Millards que usan sus influencias entre sus amigos en la política, todos tienen un objetivo común: limpiar a su país de la plaga de los inmigrantes. Como si esa nación no se hubiese fundado a partir de la inmigración; como si sus padres, abuelos o bisabuelos no hubieran llegado allí únicamente con una mano adelante y otra atrás.
Ese mismo fenómeno se daba acá en la Colonia, cuando los criollos no querían ni siquiera a los peninsulares, porque éstos venían de España a quitarles oportunidades a ellos, que sí eran descendientes de los conquistadores, a quienes tanto les había costado pacificar estas tierras, y eso les daba supuestamente mayores derechos. Y si no querían a los peninsulares, menos querían a los mestizos, los negros y los indios. Mentalidad colonial de castas que suena hoy a verdadera contradicción en un mundo supuestamente globalizado, donde las fronteras deberían ser cada vez más borrosas.
Y acá estriba la paradoja: desde el norte proponen un mundo globalizado y uniforme en su ideología (que no es ideología sino modelo económico), donde los productos tienen cada vez menos problemas para cruzar las fronteras, mientras los seres humanos ven alzarse frente a ellos muros cada vez más altos.
Por eso hablamos de lo perverso de estos sistemas que nos ponen en los supermercados productos de Medio Oriente para que los consumamos y le demos deleite al paladar, pero no se tocan el alma para acabar con Irak, por ejemplo.
Guatemala no sólo no está preparada para recibir a los miles de deportados, sino que las familias que viven de las remesas la pasarán mal. Además, muchos de ellos y ellas vendrán en una condición emocional muy delicada; los que llevan allá años y tienen que despedirse de familia y amigos para volver a algo incierto acá, la estarán viendo difícil.
Y en estos tiempos de tanta violencia, desempleo y miseria, eso viene a sumarse a una situación muy complicada para el país.
A ver si, dentro de 30 años, el Gobierno estadounidense no tendrá que volver a confesarse como lo acaba de hacer por los abusos cometidos desde la CIA. Sólo que entonces seguramente tendrán que pedir perdón por las aberraciones que un sistema de moral fallida cometió contra tantos migrantes a los que aplicó su criterio mercantilista de usar y desechar.
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