La mayoría de los senadores republicanos decidieron desoír la llamada a la unidad del presidente Bush y bloquear ayer el debate sobre la ley de inmigración. Por 53 votos a 43, el Senado dio por cerrado el debate, dejó la controvertida reforma en el alero y condenó a las sombras a los 12 millones de inmigrantes sin papeles en el país.

Bush intentó apaciguar inútilmente la rebelión de la facción ultraconservadora de su partido. «El fracaso del Congreso a la hora de actuar ha sido una gran decepción», dijo.

La ley contaba con los auspicios del senador demócrata Ted Kennedy y el candidato republicano John McCain. Ambos cosecharon ayer un sonoro «no» de sus respectivos partidos. Aunque 12 republicanos apoyaron la reforma, 16 demócratas hicieron piña con los conservadores contestatarios.

La ley de inmigración habría allanado el camino hacia la legalización de los 12 millones de ‘sin papeles’, en su mayoría hispanos. Los conservadores se opusieron por considerarla una amnistía. Los demócratas rebeldes criticaron el hecho de que se exigiera a los inmigrantes la separación de sus familias y el regreso temporal a su país para regularizar la situación.