La casa de la bienvenida

Diario de noticias de Gipuzkoa, , 27-06-2007

dínora Mega asegura haber tenido suerte. Salió de Uruguay y después de pasar por Brasil, en 2002 aterrizó en el Estado español. Un periplo por distintas ciudades la trajo a Donostia en 2003. Aquí conoció a su pareja y puso punto final al ir y venir imparable en el que había convertido su vida. “Opino que la inmigración es algo natural y tengo derecho a poder vivir donde quiera”, señala. “La realidad obliga a los inmigrantes a salir de su país, buscar algo mejor para poder mandar dinero y sacar adelante a los suyos, pero no es mi caso”, añade.

Había oído hablar del País Vasco, pero no de Donostia. “Es el origen de gran parte de nuestros apellidos”. Mega reconoce, no obstante, que existe gran desconocimiento de este país más allá del Atlántico. En la actualidad, participa de manera activa en la asociación Banda Bat. “Uno de los objetivos de los encuentros interculturales que organizamos es, precisamente, acercar a las distintas realidades que existen en Donostia, la nuestra”. En la asociación Banda Bat asegura haber hallado apoyo y las puertas abiertas. “No me siento inmigrante, a pesar de serlo”.

Integrada en Donostia, Mega reconoce varios aspectos que llamaron su atención en un primer momento. “De un lado, la seguridad en la calle. Poder ir desde la Casa del Guarda hasta Gros, sola, de noche”. Abierta a todo lo que Donostia podía aportarle, reparó en la pasión de los vecinos por salir. “Me ha costado hacer del bar mi segunda casa. Extraño que nadie venga a verme. Para hablar, para todo, se queda en un bar. Muy poca gente te invita a casa. El hogar es algo muy íntimo, demasiado quizás”, explica. Mega asegura sentirse adaptada. “Si alguna vez he sido objeto de discriminación, no lo he notado. No obstante, he tenido suerte de encontrar un compañero de mente abierta y la Casa del Guarda, un lugar en el que siempre me he sentido bienvenida”.

Dice no haber tenido problemas para entrar en la dinámica donostiarra. “La gente, en contra de lo que pueda parecer, es muy tolerante. Al principio, si alguien me hablaba en euskera, le pedía que lo hiciera en español, y nunca he tenido problemas en este sentido”. A pesar de todo, no se ha lanzado a estudiar euskera. “A lo mejor tendría que hacerlo”, ríe.

La próxima Navidad la pasará en Uruguay, después de dos años sin haber ido. “Es sencillo mantener el contacto hoy día, a través de Internet. Mi familia está allí y claro que se extraña”. Asegura que, a pesar de que “no somos tan distintos”, el modo de vida, poco tiene que ver. “Las condiciones en las que viven en Uruguay hace que no puedas ver más allá de ti. Tienes que organizarte de manera que para salir adelante, en ocasiones, es necesario más de un trabajo y no te queda tiempo para nada más. En Donostia, hay que trabajar, pero uno tiene la opción de desarrollar otras facetas de la vida, existe el derecho al pataleo, puedes dar salida a tus inquietudes y los servicios son infinitamente mejores y uno tiene acceso a ellos”. Mega hace tiempo que decidió que Donostia era el lugar en el que quiere vivir.

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