MORIR EN EL LÍBANO

El Periodico, LUIS Alejandre, 26-06-2007

España celebraba el domingo las fiestas de San Juan, que en mi Menorca tienen un especial sentido arraigado en las órdenes militares a partir del siglo XIV, cuando a media tarde fuimos sacudidos por la terrible noticia del atentado de Sahel el Derdara, en el sur del Líbano. Tres, cuatro, cinco, finalmente seis, fueron los fallecidos pertenecientes a la Brigada Paracaidista, desde siempre ligada a Alcalá, hoy emplazada en un moderno acuartelamiento de Ajalvir.
Desde primeros de septiembre del pasado año el contingente español, formado por 1.100 militares, llevaba a cabo en la difícil frontera entre el Líbano e Israel y bajo bandera de Naciones Unidas, una labor que representaba un potente refuerzo a las fuerzas de FINUL desplegadas desde hace años en el Líbano.

NO ES LA primera vez que las unidades paracaidistas comprueban lo que es el riesgo. Desde su fundación en 1953, asumieron el credo e ideario de la Legión, su unidad madre, al que añadieron el riesgo del salto en paracaídas desde aquellos viejos Savoias y Junkers 52. Adoptaron los nombres de Roger de Flor y Roger de Lauria para sus dos primeras banderas, en memoria de aquellos caudillos almogávares del siglo XV, y dieron a su tercera el de Ortiz de Zárate, en memoria del teniente del mismo nombre muerto en Ifni en aquel conflicto desarrollado entre 1956 y 1957. Por cierto, el primer herido en combate fue el catalán Vicente Vila Pla, un 16 de agosto de 1956.
Yo llegué a aquella unidad en septiembre de 1963. Allí me formé militarmente. Debo a aquellos mandos y a aquellos subordinados todo lo que soy: capitanes Cirujeda, Villalba, Galera – – muerto en acto de servicio – – Soto, sargentos Paredes, Secundino, Parrilla… Muchos paracaidistas de procedencia catalana, hoy constituidos en asociación viva, a los que les debo y tengo enorme aprecio.

Y VIVÍ entre aquel ambiente las terribles bajas de compañeros: 14 en Alcantarilla; 12 en Fuerteventura en la operación Maxorata, 3 en Maspalomas. Ya constituida como Brigada Paracaidista a partir de 1965, integrados mandos y soldados de otras armas – – ingenieros, artilleros, intendentes, médicos – – , la BRIPAC actuó en el Sáhara en 1975, en el Kurdistán en 1991, en Bosnia a partir de 1993, en Kosovo a partir del 2000, en cualquier sitio donde ha podido ser requerida.
La ciudad de Mostar, en Bosnia – Herzegovina, nombró en 1996 hijo adoptivo al general Carvajal, entonces mando de la Agrupación Alcalá por “sus enormes esfuerzos” en pro de la paz.
De la Unidad han salido excelentes oficiales y suboficiales como observadores de la ONU y como mandos de nuestro Ejército.

SU ACTUAL general, Ramón Martín – Ambrosio, hizo un trabajo esencial en Managua en 1993, siendo un joven comandante, descubriendo depósitos de explosivos residuales de la guerra de El Salvador. También entonces con bandera de la ONU. Hace poco me escribía: “Estamos construyendo una base nueva extraordinaria (…) Somos la envidia de otros contingentes (…) Las relaciones con autoridades civiles son excelentes con los cristianos, buenas con los drusos, normales con los sunís y mejorando con los chiís (…) El Ejército del Líbano ha entrado en la zona después de 20 años; con ellos mantenemos una relación estupenda”.
Conocía los riesgos; forman parte de la misión. No creía necesario hablar de ellos.
Hoy, presente todo esto en mi mente, en un destello en el que se confunden amistad, respeto, historia, vocación, lealtad, compañerismo, solo me queda pedir una oración por los fallecidos y mandar un abrazo a familiares y compañeros con toda nuestra solidaridad.
El destino ha unido en el dolor a españoles y colombianos a partes iguales.
Tenemos una deuda con estos últimos, que ofrecieron su juventud y su vida a nuestro servicio. Buscaban – – como me dice un buen amigo colombiano con el que colaboro en otros frentes – – otros horizontes de esperanza, lejos de su entorno.
La paz exige sacrificios, no solo palabras.
¡Nuestro homenaje a los que se han sacrificado por ella!

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