Remesas: una realidad para el análisis
La Prensa Gráfica, 25-06-2007Una corriente migratoria como esta que desde los años ochenta lleva a gran cantidad de salvadoreños hacia Estados Unidos no tiene precedentes, ni en magnitud ni en configuración.
América Latina es la zona del mundo que más remesas recibe de su población emigrante, y El Salvador es uno de los países más beneficiados económicamente por este flujo, que constituye el 18% de su Producto Interno Bruto. El fenómeno, en términos globales, es característico de nuestro tiempo, y desde luego representa mucho más que una fuente de recursos desde el mundo desarrollado hacia los países que están en sus fases iniciales de desarrollo: hay toda una dimensión cultural, que se manifiesta tanto en los países de origen como en el país receptor, en este caso Estados Unidos. Por otra parte, las migraciones, en especial las que van del sur hacia el norte, encajan dentro del aperturismo globalizador. Son, en el fondo, y esto hay que tenerlo en cuenta en cualquier análisis comprensivo de estas realidades en movimiento, formas de compensar las enormes diferencias de oportunidades entre el mundo desarrollado y el mundo en desarrollo.
El interés por conocer las interioridades del fenómeno ha llevado aun a los organismos financieros internacionales, que en otras condiciones no le habrían prestado mayor atención, a estudiarlo, para dimensionarlo y comprenderlo. En esa línea está la investigación del Banco Mundial al respecto, que se ha dado a conocer en estos días.
El Salvador, cuarto receptor latinoamericano de remesas, es el país en el que dicho flujo ha tenido mayor impacto sobre la pobreza, pero de seguro es a la vez el país en el que, por su más alto porcentaje de emigrantes en comparación con su población y el censo recién realizado va a elevar el porcentaje, los efectos culturales son más determinantes. Esto se irá viendo cada vez más en el tiempo, tanto en lo positivo como en lo negativo.
Efectos aquí y allá
Una corriente migratoria como esta que desde los años ochenta lleva a gran cantidad de salvadoreños hacia Estados Unidos no tiene precedentes, ni en magnitud ni en configuración. A partir del mapa poblacional establecido por la guerra, la gran mayoría de emigrantes provienen de zonas deprimidas especialmente del oriente y del norte del país. Eso hace que el mayor caudal de remesas llegue a hogares muy pobres. Y así se explica que el destino principal de las mismas haya sido y en buena parte sea aún el consumo básico. No sería lógico que hubiera más ahorro que consumo, cuando los dineros llegan a manos de personas que vienen de no contar ni con lo mínimo para la supervivencia.
A estas alturas, sin embargo, cuando los flujos de remesas tienen ya un buen tiempo, y han ido creciendo progresivamente hasta la fecha, es posible pensar seriamente en mecanismos favorecedores e incentivadores del ahorro para la inversión. En este punto, como en tantos otros, el concepto de incentivo responsablemente aplicado, por supuesto se vuelve clave para estimular la participación en el desarrollo.
En Estados Unidos la inmigración desde nuestros países tiene también importantes beneficios para la economía, como acaba de reconocerlo un estudio del gobierno norteamericano, que sale de seguro como parte de la estrategia para impulsar la reforma migratoria que se pelea hoy en el Senado. En realidad, los efectos de la corriente migratoria inciden en un lado y en el otro, y cualquier solución debe basarse en esta realidad.
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