MUNDO

Batalla campal en pleno centro de Moscú entre grupos ultras y caucasianos

La Verdad, RAFAEL M. MAÑUECO, 24-06-2007

Las autoridades rusas son implacables a la hora de reprimir manifestaciones pacíficas, como las que encabeza el ex campeón de ajedrez, Gari Kaspárov, pero se ven desbordadas a la hora de impedir que cabezas rapadas y otros grupos ultras conviertan el centro de Moscú en campo de batalla. Este sábado duraba todavía la resaca de la monumental reyerta que protagonizaron la víspera militantes ultranacionalistas rusos y jóvenes caucasianos.

Por orden del alcalde moscovita, Yuri Luzhkov, la Policía seguía patrullando las calles de la capital rusa, impidiendo que se reproduzcan los enfrentamientos y practicando nuevas detenciones. Decenas de heridos, cerca de medio centenar de arrestados, un periodista jordano hospitalizado con rotura del maxilar inferior y abundantes daños materiales fue el balance de la espectacular batalla campal del viernes.

Resulta que, el pasado jueves, junto a uno de los accesos a la Plaza Roja, un grupo de unos 50 jóvenes procedentes de Georgia, Daguestán, Chechenia, Armenia y otras zonas del Cáucaso se dedicaron durante varias horas a bailar la lezguinka, una danza típica de Georgia. Los participantes en la fiesta, según el llamado Movimiento contra la Inmigración Ilegal (DPNI), una organización rusa de proclamada orientación xenófoba, estaban borrachos, increparon a los viandantes e incluso provocaron una pelea.

Para vengar la ‘afrenta’, distintas organizaciones de corte neofascista convocaron para el día siguiente a sus seguidores, a través de sus respectivas páginas web. El viernes, hacia las ocho de la tarde, jóvenes provistos de barras de hierro, botellas y armas blancas se lanzaron a la caza de caucasianos en todo el entorno de la Plaza Roja, en donde se encuentra también el Kremlin. Los agredidos avisaron de inmediato a sus compañeros y, a los pocos minutos, las fuerzas estaban más o menos igualadas.

En la pelea participaron centenares de jóvenes. Hubo escaparates rotos y muchos vehículos sufrieron los impactos de una auténtica lluvia de piedras y botellas. La Policía tardó en aparecer.

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