El Gobierno se despliega en Senegal para atajar la inmigración irregular

ABC, 22-06-2007

CRUZ MORCILLO

MADRID. El año pasado llegaron más de 30.000 inmigrantes a Canarias, una buena parte procedentes de Senegal, y un millar de menores sólo de este país. En diciembre José Luis Rodríguez Zapatero viajó a Dakar para entrevistarse con el presidente Abdoulaye Wade (desde 1992 ningún presidente pisaba el África subsahariana). Meses antes y meses después, el Gobierno ha desplegado una actividad política sin precedentes, con visitas de ministros y altos cargos; el fin, confesado o no, poner freno a la inmigración irregular que viaja en cayuco, máxime cuando hay más que motivos para creer que este verano podrían repetirse las oleadas vividas en 2006.

El Gobierno ha decidido continuar con la ofensiva política y empresarial. Dos ministros, una secretaria de Estado, cinco directores generales y tres subdirectores de Interior, Trabajo, Asuntos Exteriores e Industria y Turismo, acompañados de una treintena de empresarios viajan hoy a Dakar donde se celebrará el I Encuentro Hispano Senegalés para concretar la visita de Zapatero.

Los objetivos que persigue el Ejecutivo con estas jornadas al más alto nivel son tres: buscar nuevas inversiones en el país africano, contratar mano de obra local para cubrir la demanda de empresas españolas y seguir convenciendo a Senegal de que controle sus fronteras y pare la inmigración ilegal.

El tira y afloja con las autoridades senegalesas ha sido continuo. Abdoulaye Wade proclama cada vez que tiene ocasión su «tolerancia cero» hacia las salidas clandestinas, acoge patrulleras de regalo y policías españoles para que vigilen sus costas y permite que en menos de dos meses el Gobierno español envíe de vuelta a 5.000 de sus nacionales. Pero esta cooperación y entrega se resquebraja, de vez en cuando, ante las protestas de la población por autorizar las repatriaciones (en algunos casos por publicitarlas España) o ante el temor de que se traduzca en resultados electorales (Wade ha sido reelegido en febrero, así que este temor está contrarrestado de momento).

De hecho, la diplomacia española ha tenido serias dificultades para lograr la firma de acuerdos de «segunda generación», que se traducen en ayudas económicas y de desarrollo, pero también en compromisos firmes de repatriación. Ahora las relaciones atraviesan un momento dulce, como lo evidenció el presidente senegalés hace una semana al acudir a la inauguración de la Casa África en Canarias (fue el único mandatario del continente), donde aseguró que «buscamos una solución duradera que genere empleo en nuestras ciudades».

A ello se van a emplear hoy y mañana los miembros de la delegación española, la política y la económica. La primera está encabezada por los ministros Rubalcaba y Caldera, y la segunda nutrida por una treintena de empresarios y organizaciones de sectores como la construcción, hostelería, turismo, restauración y pesca que intentarán sentar las bases para la contratación en origen de trabajadores y la ampliación de inversiones españolas.

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