Sestayo: "Los inmigrantes lloraban y se resistían al dejar el barco"
Sin apartar la vista del pesquero, entre lágrimas y preguntando con la mirada a la tripulación "¿dónde nos habéis traído?", desembarcaban en Trípoli los 25 inmigrantes rescatados el miércoles por el barco "Nuestra Señora de Loreto".
El País, , 17-06-2007Sin apartar la vista del pesquero, entre lágrimas y preguntando con la mirada a la tripulación “¿dónde nos habéis traído?”, desembarcaban en la madrugada del viernes al sábado en Trípoli los 25 inmigrantes rescatados el miércoles por el “Nuestra Señora de Loreto” a 90 millas de Libia, explicó ayer el patrón José Luis Sestayo.
El marinero, en conversación telefónica desde el puerto de Trípoli, dejaba entrever una preocupación: “Los chavales”, todos ellos “muy educados”, van a estar “peor” en Libia de lo que lo han estado los últimos tres días en el pesquero alicantino, donde han compartido los 27 metros de eslora del barco y las provisiones con sus catorce tripulantes.
Desde la noche del pasado miércoles, cuando la patera en la que viajaban se encontró con el pesquero a 90 millas frente a las costas de Libia, los inmigrantes, de entre 18 y 25 años, “se reían, hablaban como podían con los marineros sobre fútbol y miraban una revista que teníamos. Estaban contentos porque pensaban que iban para Italia o España”, comentó el patrón.
La comunicación era difícil, por señas y unas pocas palabras en inglés, pero la mayoría señala Sestayo tenía la ilusión de que eran llevados hacia uno de estos dos países hasta poco antes del desembarco en Libia, y recibieron con tristeza la noticia.
Futuro incierto
De madrugada, cuando el pesquero llegó a Trípoli, las autoridades libias ya los estaban esperando a la entrada del puerto, y un grupo de funcionarios subió a bordo, agrupó a los inmigrantes en cubierta y allí les hizo preguntas durante diez minutos hasta que se los llevaron a tierra, relata Sestayo.
Ya en el puerto, los inmigrantes estuvieron sentados en el muelle durante 40 minutos y después llegaron varios coches que se los llevaron.
El patrón de pesca recordaba ayer por la mañana que los jóvenes “miraban todo el rato al barco”, que muchos estuvieron esos 40 minutos en tierra llorando, que otros se resistieron a ser llevados a los coches, y que parecía que con la mirada les preguntaban: “¿dónde nos trajisteis?”.
“No es buena cosa” lo que les pueda pasar ahora, afirmó Sestayo, quien reconoció que él mismo no está “contento de estar” en Libia y quiere irse del puerto de Trípoli “cuanto antes”, en cuanto repongan todas las provisiones y el combustible.
Sobre los chavales, que fueron rescatados junto con un cadáver, le llamó la atención que eran muy educados, que cumplían todas las órdenes, que “no montaron ninguna discusión” y que tampoco “decían ni una palabra más alta que otra”.
El patrón, que volverá junto al resto de sus tripulantes a la campaña de pesca de quisquilla en cuanto puedan abandonar el puerto, sabe que cada vez que comience una nueva campaña podrán encontrarse con problemas como éste, sobre todo cuando “la calma y los anticiclones” favorecen el buen tiempo, pero contesta con resignación: “¿qué le vamos a hacer? No se les puede dejar morir”.
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