REPORTAJE: Los retos de la inmigración

El 'efecto visado'

El número de bolivianos creció casi un 60% en un año en vísperas de que se endureciesen los requisitos para que entren en España

El País, MARTA NIETO, 18-06-2007

“Se habla mucho del efecto llamada en la inmigración, pero entre los bolivianos el verdadero efecto llamada ha sido el anuncio de las autoridades españolas de que a partir del 1 de abril de este año iba a ser necesario un visado para entrar en el país. Y ese anuncio se hace muchos meses antes, lo que provoca la llegada masiva de bolivianos. ¿Quién no habría corrido a traer a sus hijos, a sus maridos antes de que las condiciones se endureciesen?”, se pregunta Jaime Núñez Aguilar (Oruro, Bolivia, 1965), fundador de la ONG Arbol bi, quien lleva ya diez años viviendo en Euskadi.

Desde el pasado 1 de abril a los ciudadanos bolivianos se les exige visado para entrar en España. Hasta esa fecha, y mientras su entrada era libre, el número de inmigrantes bolivianos ha crecido en los últimos tiempos en el País Vasco de una forma exponencial.

Si en 2004 residían en Euskadi 1.505 bolivianos, según los datos del INE (Instituto Nacional de Estadística), al año siguiente eran ya 3.484, y en 2006 alcanzaron los 5.983. El 13 de junio pasado, en el Consulado de Bolivia en Bilbao era registrado el ciudadano número 7.035. “Y habrá otros 3.000 o 4.000 más sin registrar”, indican fuentes del consulado. De hecho, el último padrón cifra, a fecha del pasado 1 de enero, en 9.553 el número de inmigrantes bolivianos que viven en Euskadi, un 59,6% más que el ejercicio anterior. Son ya la segunda comunidad extranjera en la comunidad autónoma, sólo por detrás de los colombianos. Y ellos cuando en 1999, eran apenas 33.

En toda España residen 198.770 inmigrantes bolivianos, el 4,4% del total de residentes extranjeros, mientras que en Euskadi suponen ya el 9,7%.

“Durante 2006 y el primer trimestre de este año ha podido influir en el notable aumento de inmigrantes bolivianos el anuncio de la implantación del visado de entrada en España”, reconocer también el cónsul honorario de Bolivia en Bilbao, Fernando Gómez Martín.

El cónsul no prevé que la población boliviana en el País Vasco siga creciendo en la misma proporción a la registrada en el último trienio. “Desde el pasado abril, ha disminuido notablemente la llegada por la exigencia del visado”, explica.

Jaime Núñez recuerda sus primeros años en Bilbao, en 1997, cuando “no había otro boliviano en la ciudad”. Tuvieron que pasar dos años hasta que se encontró con una compatriota y su alegría fue enorme. Al poco, Núñez y su amiga conocieron a otra persona más y en breve fueron cinco, que se reunían los fines de semana a charlar y añorar su país.

Núñez es un inmigrante atípico. Llegó a Bilbao becado por el Gobierno vasco para realizar su tesis doctoral en la UPV. Es ingeniero industrial y, además, ha estudiado cinco maestrías, dice. Sin embargo, no tiene trabajo en su profesión. “Me he hartado de mandar currículos. En cuanto ven que eres inmigrante no te cogen”, asegura. Su valía profesional le ha dado recursos para salir adelante.

Es propietario de un bar en el barrio de San Ignacio junto a dos socios, y ha dado conferencias y ha colaborado con la UPV en distintos proyectos. Hace cinco años se trajo a su mujer y a sus tres hijas, que aún permanecían en Bolivia. En 2003 fundó Arbol bi. Los domingos organiza la jornada boliviana en la discoteca Santana 27, en el barrio de Bolueta. Allí sus compatriotas se reúnen y pueden bailar su música, comer los productos típicos y relacionarse, pero no sólo entre ellos. La cita en Santana 27 se abre a todo el mundo latino. “Quiero evitar que haya un desprestigio de lo latino. Que se nos valore por lo que somos como personas, no por la nacionalidad”, reivindica.

Núñez comprende que, a partir del anuncio de la exigencia de visado, sus compatriotas se apresuraran a enviar dinero a sus familias para que viajasen a España mientras se podía sin trabas. “Así se endeudaron aún más y ahora tardarán más tiempo en regresar a Bolivia”, indica.

La inmigración procedente de ese país es mayoritariamente femenina (el 62% de los residentes en Euskadi). Núñez afirma que “una persona que llega a España a trabajar tiene un proyecto migratorio de dos o tres años”. En ese tiempo, han de devolver la deuda generada por el viaje y enviar el dinero suficiente para construir una casa o pagar los estudios de los hijos. “Sin embargo, al llegar a España se dan cuenta de que para trabajar hay que tener papeles. Que las cosas no son tan sencillas, y el proyecto migratorio se alarga”, dice.

“A los tres años de estar aquí y lograr la residencia, regresan a Bolivia a ver a su familia. Desde hace dos años ha habido un aumento de vuelos de mujeres de España a Bolivia. Y de este segundo viaje, ya se vienen con los hijos y el marido, y más al saber que se van a endurecer las condiciones”, explica Núñez.

Este boliviano alerta de que ese anuncio de petición de visado propició la aparición de mafias. Por una parte, ecuatorianos que han entrado a España con un pasaporte boliviano falsificado, ya que a los procedentes de Ecuador hace ya dos años que se les exige visado .“Tenemos el mismo origen, los quechua y los aimara, y no se nos distingue”, asegura Núñez.

“Hay mafias que les preparan durante un mes para que pasen como bolivianos en la aduana, enseñándoles cosas como fechas históricas e himnos, y tramitándoles el pasaporte falso”, indica.

De otro lado, “desde hace unos tres años” ha habido un “sospechoso” aumento de pérdida de pasaportes bolivianos. Desde el consulado confirman que los bolivianos acuden “mucho” a sus oficinas “a pedir pasaportes nuevos, por pérdida o renovación”. Núñez cree que esos pasaportes han sido robados por mafias o vendidos por sus propietarios.

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