INMIGRACIÓN
Lloraban por dejar el barco
El pesquero Nuestra Madre de Loreto desembarca en Trípoli a los inmigrantes que rescató y los africanos permanecerán ahora detenidos por la policía libia
Las Provincias, , 17-06-2007El pesquero Nuestra Madre de Loreto desembarca en Trípoli a los inmigrantes que rescató y los africanos permanecerán ahora detenidos por la policía libia La aventura acabó como empezó: de madrugada. A las cuatro menos cuarto de la mañana, las autoridades libias recibieron de los marineros del pesquero santapolero Nuestra Madre de Loreto los 25 náufragos rescatados en alta mar 48 horas antes y el cadáver del muchacho que no consiguió vivir hasta el rescate.
La policía libia se ha ocupado de estos inmigrantes, que según un intérprete, su situación se presenta bastante incierta tras permanecer seguramente unos días detenidos, según el capitán Sestayo.
Los 25 inmigrantes desembarcados en Trípoli son de edades comprendidas entre los 18 y 25 años, y el cadáver es el de un joven de unos 18 años.
El patrón del pesquero agregó que hasta última hora de la tarde de ayer, el Nuestra Madre de Loreto no iban a poder repostar gasoil. Después, volverían a su campaña de pesca de la quisquilla, iniciada el pasado 9 de mayo, para regresar a Santa Pola previsiblemente el 8 o el 10 de julio.
Sin apartar la vista del pesquero, entre lágrimas y preguntando con la mirada a la tripulación ¿a dónde nos habéis traído?, desembarcaron los 25 inmigrantes, según explicó ayer el patrón José Luis Sestayo .
El marinero, en conversación telefónica con Efe desde el puerto, dejaba entrever una preocupación: Los chavales, todos ellos muy educados, van a estar peor en Libia de lo que lo han estado los últimos tres días en el pesquero alicantino, donde han compartido los 27 metros de eslora del barco y las provisiones con sus catorce tripulantes.
Desde la noche del miércoles, cuando la patera en la que viajaban se encontró con el pesquero a 90 millas frente a las costas de Libia, los inmigrantes se reían, hablaban como podían con los marineros sobre fútbol y miraban una revista que teníamos. Estaban contentos porque pensaban que iban para Italia o España, comenta el patrón.
Iban en la parte de abajo y no se enteraron de nada, afirmó. La comunicación era difícil, por señas y unas pocas palabras en inglés, pero la mayoría tenían la ilusión de que eran llevados hacia uno de estos dos países hasta poco antes del desembarco en Libia, y recibieron con tristeza la noticia.
Cuando el pesquero llegó a Trípoli, las autoridades libias ya los estaban esperando a la entrada del puerto, y un grupo de funcionarios subió a bordo, agrupó a los inmigrantes en cubierta y allí les hizo preguntas durante 10 minutos hasta que se los llevaron a tierra .
Miraban al barco
Ya en el puerto, los inmigrantes estuvieron sentados en el muelle durante 40 minutos y después llegaron varios coches que se los llevaron.
El patrón de pesca recordaba que los jóvenes miraban todo el rato al barco, que muchos estuvieron esos 40 minutos en tierra llorando por dejar el barco, que otros se resistieron a ser llevados a los coches y que parecía que con la mirada les preguntaban: ¿A dónde nos habéis traído?.
No es buena cosa lo que les pueda pasar ahora, afirmó Sestayo , quien reconoció que él mismo no está contento de estar en Libia y quiere irse del puerto de Trípoli cuanto antes, en cuanto repongan todas las provisiones y el combustible.
Sobre los chavales, que fueron rescatados junto con un cadáver, le llamó la atención que eran muy educados, que cumplían todas las órdenes, que no montaron ninguna discusión y que tampoco decían ni una palabra más alta que otra.
El patrón, que volverá junto al resto de sus tripulantes a la campaña de pesca de quisquilla en cuanto puedan abandonar el puerto, sabe que cada vez que comience una nueva campaña podrán encontrarse con problemas como éste, sobre todo cuando la calma y los anticiclones favorecen el buen tiempo, pero contesta con resignación: ¿qué le vamos a hacer? No se les puede dejar morir.
Alivio para el armador
El armador del pesquero, el alicantino José Durá, se mostró muy aliviado tras el desembarco.
Durá, que protagonizó una situación similar hace casi un año a bordo del pesquero Francisco y Catalina, que entonces rescató a 51 inmigrantes subsaharianos a 100 millas de Malta, reconocía que durante estos días ha sentido cierta incertidumbre por lo que pudiera pasar.
Sufres porque es gente de la tuya, apuntó.
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