El racismo arde en Mississippi
ABC, 16-06-2007Más de cuarenta años han sido necesarios para resolver uno de los casos que alimentó el fantasma del racismo en Estados Unidos. James Ford Seale, un ex alguacil de 71 años, ha sufrido en sus propias carnes el suplicio infringido a dos jóvenes negros allá por 1964 y, tras haberse escapado de la justicia durante décadas, finalmente ha sido condenado por uno de los asesinatos que hizo que se tambalearan los pilares de los Derechos Civiles en Estados Unidos.
Hace exactamente cuarenta y tres años, Charles Eddie Moore y Henry Hezekiah Dee, dos chicos de color que apenas alcanzaban la veintena, buscaban a un conductor que les diera una vuelta, cuando Seale aprovechó para secuestrarlos y llevarlos hasta el Parque Nacional de Homochitto, al suroeste del descomunal río Mississippi. Allí, un grupo de integrantes del Ku Klux Klan (KKK), encabezados por un reconocido miembro y diácono, Charles Marcus Edwards, no dudó en someterlos a distintas vejaciones y abusos a punta de pistola. En medio de aquella orgía de ramazos, puñetazos y patadas, alguien decidió atar a ambas víctimas y lanzar sus cuerpos, todavía con vida, al agua.
Los cadáveres fueron hallados meses después mientras las autoridades buscaban a otros tres jóvenes militantes de los derechos civiles, asesinados también por el KKK, cuyo caso inspiró el filme «Mississippi en llamas».
Tanto Seale como Edwards fueron detenidos e interrogados, aunque los rumores de que negros musulmanes estaban planeando una «insurrección» armada en el condado levantaron una nube de polvo alrededor del caso que desembocó en la retirada de los cargos.
Aún así, según documentos del FBI de la década de los 60, las autoridades abordaron a Seale con la advertencia de que sabían que él y otras personas habían matado a los dos muchachos. Seale dejó caer su participación en el suceso pero añadió que «no iba a admitirlo y que las autoridades tendrían que probarlo».
Por si fuera poca la estratagema para eximirle de su cita con la Justicia, la familia de Seale mintió a la prensa durante años alegando que había muerto. Pero, en 2005, Thomas Moore y un director de documentales, el canadiense David Ridgen, acabaron con la leyenda y descubrieron a un Seale viejo y enfermo, que vivía a tan sólo unos kilómetros de donde ocurrió el secuestro.
Ocho años después de que la Justicia reabriera el caso, los tribunales han declarado culpable a Seale, que recibirá su sentencia el próximo mes de agosto, mientras fuentes cercanas a la investigación aseguran que Edwards está cooperando con las autoridades y que, por eso, se ha librado de salir malparado ante los jueces.
POR JOSÉ LUIS DE HARO
AP
James Ford Seale, ayer a su salida de la Corte Federal, en Jackson, Mississippi
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