Una noche en vilo
El patrón del pesquero que el miércoles rescató a 26 inmigrantes en aguas de Libia reclama que no les lleven «al mismo horno de donde salieron».
Diario de Navarra, , 16-06-2007EL pasado año fue el Francisco y Catalina y ahora el Nuestra Madre de Loreto. Ambos pesqueros tienen dos cosas en común: el armador José Durá y que han llevado a cabo la proeza de salvar la vida de un grupo de inmigrantes en medio del Mediterráneo. En ambos casos, el gesto humanitario les ha complicado la vida: por unos días tienen que dejar de faenar y además tienen estar pendientes de las gestiones diplomáticas.
«Los que se meten en estos berenjenales son los que pagan un poco las consecuencias, porque todo está poco organizado. No vas a dejar morir a nadie, pero te encuentras tan desesperado que quizás te lo piensas», relata Durá.
Nuestra Madre de Loreto pasó la jornada de ayer a 12 millas del puerto de Trípoli esperando una autorización del país. A bordo viajaban los 26 inmigrantes rescatados. El jueves parecía que no había ningún problema, pero por la noche se encontraron con que una patrullera de la policía les impidió el paso.
Un compañero fallecido
El patrón, José Luis Sestayo, mostró ayer su deseo de que las autoridades busquen una solución para que los rescatados sean trasladados a España, Italia o Malta, y se mostró contrario a que los lleven «al mismo horno del que salieron».
Los inmigrantes son todos varones con edades comprendidas entre los 18 y los 25 años procedentes de Nigeria y Mali, según ha podido indagar la propia tripulación del barco. Se encuentran en buen estado de salud. Su comportamiento a bordo, explicó el patrón, es muy bueno. «La convivencia es buena, obedecen a todo y de momento se portan bien», comentó.
Los rescatados, que durmieron durante toda la noche en la segunda cubierta, creen que el pesquero de Santa Pola les trasladará a España. «Ellos tienen en la mente que los llevan para España, porque uno que habla un poco de inglés nos preguntó ayer cuánto faltaba para llegar a España», indicó el patrón.
Por ello, la tripulación llegó a sentir «cierto temor» ante la reacción que podrían tener los inmigrantes si se percataban de que no iban hacia Europa, motivo por el cual, a 30 millas de Trípoli el patrón ordenó que se metieran en la segunda cubierta «para que no vieran ni siquiera las luces del puerto».
A bordo llevan también el cadáver de uno de los inmigrantes que se ahogó en el abordaje al pesquero. Sestayo explicó que él mismo se puso en contacto telefónico con un médico de Madrid, para que le diera las indicaciones necesarias para conservar el cuerpo sin vida de uno de los inmigrantes. La tripulación del barco español alojó el cadáver en el congelador de la embarcación con todos los orificios taponados, para su mejor conservación, según detalló Sestayo.
El buque cuenta con víveres suficientes para entre 10 y 12 días, así como con «agua de sobra» dado que dispone de la maquinaria necesaria para su depuración. «Sólo tenemos falta de leche», explicó el patrón.
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