VALENCIA | SOCIEDAD
Termina la odisea para los moradores del pretil del Turia
Los servicios sociales del Ayuntamiento convencen a los inmigrantes que vivían desde hace un año y medio en los agujeros del viejo cauce para que se trasladen a un albergue
Las Provincias, , 16-06-2007Los servicios sociales del Ayuntamiento de Valencia han convencido a los inmigrantes que desde hace un año y medio vivían en los antiguos desagües del viejo cauce del Turia para que se trasladen a un albergue municipal. Se trata de un ciudadano de Malí y de un francés que habían aprovechado los agujeros para no pasar la noche al raso. Los servicios de limpieza acudieron horas después a limpiar los aliviaderos La aventura de Ali y Michel ha llegado a su fin. Son los inmigrantes que habían aprovechado los antiguos desagües del pretil del viejo cauce, entre el puente de Serranos y el de San José, para instalar un colchón y convertirlos en lo más parecido a una vivienda, como avanzó LAS PROVINCIAS.
Fuentes municipales explicaron ayer que una patrulla de los X4, los agentes de la Policía Local que trabajan junto a los servicios sociales del Ayuntamiento en la atención de las personas sin techo, consiguió convencer a los inquilinos para que abandonaran su morada, donde vivían desde hace un año y medio, para trasladarse a una cama de acogida, donde podrían recibir una mejor atención. Michel explicó el jueves que debido a una caída sufría una rotura en el pie derecho, lo que le obligaba a caminar con una ostensible cojera.
Horas después, una patrulla de la contrata municipal encargada de la limpieza viaria retiró los enseres de los agujeros, tal y como añadieron las mismas fuentes. La odisea había llegado a su fin.
El principal morador era Michel, un francés de 45 años que vivía en el pretil desde su llegada a la ciudad. Con el paso del tiempo se le unió Ali, un ciudadano de Malí. Tal y como explicó el primero, por los desagües han pasado ciudadanos del Este y también bolivianos, que pedían permiso a Michel para instalarse.
Sin actividad
Un paseo por la zona permitía ver ayer que había desaparecido todo tipo de actividad. De hecho, durante la mañana no se les vio por sus lugares habituales. Ali trataba de sacar algo de dinero aparcando coches en las inmediaciones de la estación de autobuses, mientras que Michel solía quedarse cerca de lo que llamaba su casa, a la que había llegado a bautizar como la hacienda El Sol del Turia.
Los trabajadores de la Fundación municipal de Parques y Jardines, encargados del mantenimiento del viejo cauce, explicaban ayer que no habían visto a ninguno de los dos en toda la mañana. Los dos inmigrantes compartían su pequeña morada con otra persona foránea de nacionalidad marroquí o argelina. Ali, de 27 años, estaba empezando a notar la tensión de no encontrar trabajo, lo que le estaba suponiendo un grave trastorno. No sé si volveré a ver a mi hija de cuatro años, se lamentaba el pasado jueves.
Michel dejó Francia para vivir en Valencia hace un año y medio. Aseguraba que estaba a gusto en su casa improvisada, ya que nadie le molestaba, ni siquiera la Policía, pues al parecer ya le conocían. Fue idea suya habilitar los desagües a modo de camas.
Los servicios de limpieza también actuaron ayer en el resto de agujeros, ya que estaban perfectamente limpios. 24 horas antes, carritos, mantas, colchas y sábanas se amontonaban en ellos.
También se actuó en otros espacios donde habitualmente suelen quedar restos de asentamientos, como los juegos infantiles situados a lo largo del jardín o las canchas deportivas, pues sus bancos son aprovechados para pernoctar.
Tampoco en el puente de Campanar se veían ayer los cartones que el día anterior empleaba un indigente para resguardarse de la brisa, o las mantas y objetos escondidos de mala manera entre las vigas de la estructura.
Ali es uno de los tantos inmigrantes que han arriesgado su vida embarcándose en una patera en busca de un futuro mejor. Como él, bajo el puente de Ademuz subsisten cerca de 70 inmigrantes, pese a lo difícil que les resulta ahora emplearse en tareas del campo, una vez terminada la campaña de la naranja.
La situación no ha cambiado en los bajos del puente. Desde la Asamblea Baobab, una de las ONG que asisten a las personas que se hacinan en la zona, señalan que debido a la dificultad de encontrar empleo, muchos inmigrantes han partido hacia otras ciudades españolas. En cambio, se ha notado un incremento en la presencia de familias procedentes del Este, que han aprovechado para instalarse junto a los subsaharianos.
Una de las últimas medidas tomadas por las ONG ha sido solicitar a la Síndica de Greuges que inicie una investigación contra la Conselleria y la Concejalía de Bienestar Social por la posible vulneración de derechos fundamentales de los inmigrantes, como el derecho a la salud o la vivienda digna.
jbatista@lasprovincias.es
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