Marine Le Pen, la 'superviviente' de la debacle ultraderechista
El Mundo, , 15-06-2007Hija del líder del Frente Nacional francés y ‘delfín’ en la línea de sucesión, intenta salvar al partido tras la derrota electoral No es necesario esperar a la segunda vuelta de las legislativas (domingo) para confirmar el desastre del Frente Nacional (FN). Nunca el partido de Jean – Marie Le Pen había presentado un registro tan bajo (4,3%). Jamás le había sacudido un proceso eliminatorio tan drástico: 576 de los 577 aspirantes a la plaza de diputado fueron eliminados en el corte previo del 10 de junio.
La excepción a la catástrofe se llama Marine Le Pen, hija del patriarca xenófobo, valquiria bretona con esqueleto de soprano wagneriana y delfina en la línea de sucesión porque su registro en la circunscripción septentrional de Pas de Calais (24,26% de los votos) desafina con el resto del coro y le otorga algunas opciones de acceder al Parlamento.
Sería la primera vez que las siglas del FN ingresan en el hemiciclo desde 1988 – cuando entró la diputada franco – vietnamita Yann Piat – aunque el impulso plebiscitario del pasado domingo ya permite a Marine distanciarse de la vieja guardia del partido y maniobrar un proceso de renovación donde no tiene sentido cortejar a los fascismos, bromear con el nazismo, perseguir el color de la piel ni prenderle fuego al mapa de Europa. «Sé que muchos compañeros estaban esperando mi naufragio», decía Marine en una suerte de ajuste de cuentas verbal. «Ahora tienen una buena ocasión para callarse o reconocer que se equivocaban».
No le va a resultar sencillo a Marine Le Pen erigirse en Juana de Arco. Su padre aún quiere postularse como presidente vitalicio en el congreso de noviembre, mientras que los halcones disecados con naftalina, Bruno Gollnisch y Carl Lang, sostienen que el desastre del FN en las últimas elecciones presidenciales – siete puntos de retroceso – merece atribuirse al papel organizativo de Marine. Fue ella quien introdujo pancartas electorales con modelos magrebíes y quien condujo al Frente Nacional a la comunión con los valores republicanos. También ha sido madame Le Pen quien ha eliminado la caspa y cambiado el enfoque del programa social. Empezando por la sensibilidad hacia el aborto y rescatando a los homosexuales del coto de caza donde los había confinado su padre. «Cuánto me gustaría perseguirlos a perdigonazos en las calles de París», decía el machote de Jean – Marie en un ataque de verborrea.
El anacronismo agoniza en el mapa francés de 2007, aunque Marine tiene opciones de buscar una rehabilitación personal. Especialmente si logra desbancar al aguerrido rival socialista en la finalísima del domingo. Se trata de Albert Facon, vencedor de la primera vuelta con bastantes aprietos (28%) y mosquetero de la izquierda en un territorio electoral deprimido, obrero y desmotivado. Son tres razones que podrían jugar a favor del providencialismo lepenista, aunque el contexto a largo plazo del Frente Nacional se antoja difícil.
No está claro que tenga sitio en el escaparate francés un partido normalizado. Tampoco parece probable que las siglas del FN sobrevivan a su omnímodo creador. Sin olvidar la influencia de los factores externos. Uno es económico y logístico: el varapalo de las legislativas implica que el Frente va a perder la mitad de su financiación pública. Y otro es de naturaleza política, puesto que la aparición de Nicolas Sarkozy ha seducido a muchos votantes de extrema derecha que esperaban un mesías, un azote de la inmigración, un defensor de la patria, un cristiano de bien, un adalid de la disciplina. Ya lo tienen sentado en el Elíseo. Como siempre habían rezado.
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