MÁLAGA
A los grafiteros les sale competencia
Un taller pionero emplea la pintura sobre pared para ayudar a un grupo de mujeres de La Palma y Nueva Málaga a reforzar su autoestima
Diario Sur, , 10-06-2007LE temblaba el pulso, no se atrevía. Ana era una vecina de La Palma – Palmilla, de mediana edad y muy tímida. Pero tomó la decisión de coger el pincel con firmeza. Se acercó a la pared y comenzó a pintar. Su sueño es tener un terreno verde, con pollitos a los que dar de comer cada mañana, y en cierta forma, el arte le estaba ayudando a cumplirlo. Cuando descubrió su capacidad de dar trazos, comenzó a proyectar sobre el lienzo de ladrillos sus deseos y anhelos, en una sucesión de paisajes, animales y plantas, que recreaban la vida bucólica que siempre había querido.
«Luego cualquiera le quitaba el bote de pintura». La artista y profesora malagueña María Bueno, 30 años, y su hermana Eva, trabajadora social, se han unido para llevar la expresión artística a las mujeres de los barrios de la capital, a través de la técnica del mural. Bajo los auspicios del Área de Igualdad y Bienestar Social del Ayuntamiento, ya han impartido dos talleres, en La Palma – Palmilla y Nueva Málaga, en los que han participado una veintena de féminas de entre 25 y 60 años. Porque, como ambas monitoras coinciden, pese a los avances en la igualdad y la emancipación de la mujer, todavía queda mucho camino por recorrer.
Es el caso de Isabel. Era la más joven del grupo, aunque a su 25 años ya era madre de dos niños, uno de ellos de 11. «Estaba muy reticente, no hablaba, su hermana, que la acompañaba, la animaba: ‘tonta, coge el pincel’», narra Eva. Poco a poco fue contando su historia, similar a la de tantas otras mujeres malagueñas: muy dependiente, porque todo el mundo había decidido sobre su vida. «Nunca había salido del barrio de La Palma», agrega.
En una de las sesiones previas debía hacer un dibujo sobre ropa, y ella llevaba dos prendas de sus hijos. «Le daba miedo porque su marido iba a decir que aquello era una pérdida el tiempo. Al final, quedó precioso, estaba encantada». Eva resalta los cambios de actitud de la chica: «A partir de ese momento estaba menos inhibida, y comprendió que si se equivocaba no pasaba nada. Fue una liberación».
El lienzo
Los lienzos: las paredes de un patio de un centro de servicios sociales de atención al mayor, en Palma – Palmilla (frente al estadio de la Rosaleda). Y las tapias de un instituto en Nueva Málaga, frente al ambulatorio de la barriada. Las herramientas: grandes cubos de tinta de vivos colores, brochas y muchas ganas de mancharse las manos. La iniciativa es dos veces pionera, tanto por los métodos, como por el hecho de que sus resultados quedan finalmente integrados como parte del mobiliario urbano de las calles en las que cada día hacen la compra, recogen a sus hijos del colegio o comparten un ratito de conversación con las vecinas.
«Es un espacio de liberación, de expresión libre, donde las mujeres pueden realizarse a través del arte. Cuando lo ven terminado se sienten muy orgullosas de su resultado», interpela María. «Les aporta una libertad que en la vida real no tienen, una válvula de escape». La mayoría de las alumnas son amas de casa y usuarias de los servicios sociales comunitarios. «El taller les sirve para desconectar de las tareas de la casa, la comida, los maridos y los hijos, y para darse un respiro».
La pintora añade otro factor, de reconocimiento y refuerzo de su personalidad. «El hecho de tener voz y voto, el poder de decisión, aunque sea para decir si pintamos unas ramitas sobre la cabeza o unas trenzas, es muy importante en personas que en su día a día no lo tienen, más allá de la comida que van a preparar».
Al tiempo, se forjan relaciones y amistades en el grupo. «Yo traigo una tortilla y yo un termo de café. Creamos cohesión, como en los pueblos, cuando las familias se reunían para encalar. Ahora lo hacen en torno a unas latas de pintura».
Pero tan protagonistas son las alumnas como las propias monitoras. Jóvenes que, pese a tener sus puestos de trabajo y sus familias, dedican su escaso tiempo libre a ayudar a los demás. Cuando se le preguntan sus motivaciones, Eva cita a la pensadora Mary Richmond. «El trabajo social es el arte por el que se realiza una acción con y para las personas diferentes, colaborando con ellas para lograr al mismo tiempo su mejora y la de la sociedad». Es experta en colectivos e inmigración, y la vocación de las dos hermanas de trabajar por los demás les llevó a presentar un proyecto que uniera la vertiente artística y la social. «Nos centramos en colectivos de mujeres que nunca antes habían pintado, para enseñar la técnica mural a través de la mirada de artistas famosas de sexo femenino», comenta María, que es profesora de Educación Plástica y Visual en el colegio Sagrada Familia (Unicaja). A lo que añade, tajante: «El arte debe ser útil, una herramienta para contribuir a la mejora de la sociedad. Si no, se queda en un mero escaparate».
Colores y razas
Mediante estas actividades las educadoras tratan de dar protagonismo a las mujeres de los barrios en su vida cotidiana, y pretende romper con la imagen estereotipada de la mujer a lo largo de la historia y, sobre todo, de las mujeres artistas, así como potenciar y desarrollar la creatividad al experimentar con técnicas a las que no están acostumbradas. De ahí los motivos que han ocupado ambos murales: caras femeninas de culturas y razas diferentes, como símbolo del entendimiento entre culturas, en Nueva Málaga. Plantas y animales que crecen sobre una Madre – Tierra en La Palma.
Pero antes de tener la oportunidad de decorar las paredes el taller transcurre por tres fases, en las que conviven la teoría y la práctica: En la primera las participantes se acercan a la figura de la artista Frida Kahlo, que se acompañaba de unas prácticas de pintura sobre ropa de algodón. En la segunda, se presentaba a la muralista Mónica Nador y a los grafiteros ‘os gemeos’, que utilizan habitualmente la figura de la mujer. Y hacían una práctica con barro, «para que se soltasen libremente con las manos», apunta Eva Bueno.
En la tercera sesión, el grupo se divide en dos y cada uno hace un mural en papel continuo, para ensayar la búsqueda del acuerdo, el consenso, el diálogo y el trabajo en equipo. A la vez que se presentaba el trabajo como muralista de María. Tras consensuar los motivos pictóricos, ya están listas para la realización de su gran obra.
Respuesta ciudadana
Las monitoras también aplauden la respuesta ciudadana que han tenido sus trabajos. «Los vecinos los han acogido muy bien. Es como un regalo para los barrios, necesitan color». Prueba de ello es el respeto con que todos están tratando ambas obras callejeras. Las dos hermanas ya preparan nuevos proyectos, en los que pretenden involucrar también a colectivos de personas mayores y discapacitados. Los colores y las calles integran a las personas. Ahora más que nunca.
(Puede haber caducado)