Frente Nacional: punto final
El Mundo, , 09-06-2007Los sondeos confirman la ‘agonía’ de Jean – Marie Le Pen en la vigilia de las legislativas francesas, aunque su hija busca una ‘resurrección’ Jean – Marie Le Pen había prometido venganza en las elecciones legislativas. Decía que su nefasto resultado en las presidenciales (10%) fue un accidente imputable al plagio de Sarkozy – le acusó de sustraerle el programa político – y que sus huestes volverían al redil de la patria cuando sonara la llamada a las urnas del 10 y del 17 de junio.
No es verdad. Al menos, los sondeos divulgados ayer añaden más argumentos a la agonía del Frente Nacional. Según Le Figaro, el partido de Jean – Marie Le Pen tendría que contentarse con el 4% de los sufragios. Es decir, la tercera parte de los que recaudó en los comicios legislativos de 2002 y casi la mitad de cuantos Le Pen sumó el pasado 22 de abril.
¿Razones de este fracaso? Más allá de los años del patriarca (79) y del desgaste del partido en la permanente derrota, predomina la sensación de que muchos votantes de extrema derecha han encontrado acomodo en la nave de Sarkozy. Particularmente cuando el nuevo jefe del Estado habla de patriotismo, de inmigración a la carta, de valores y de meritocracia.
El proceso de mimetismo y de identificación ha sido recibido como una buena noticia porque la extrema derecha desaparece nominalmente del mapa francés, aunque algunos politólogos lúcidos, como Emmanuel Todd, consideran que el proceso de asimilación sarkozysta supera en peligro y en incertidumbre a la mera existencia «real» del partido lepenista.
«Yo celebraría el retroceso de Le Pen si hubieran desaparecido sus electores, pero ocurre que se han reciclado a la sombra de Sarkozy. Le Pen sabía que nunca podría gobernar. Era, en cierto modo, un animador que no ejercitaba soberanía alguna más allá del verbo. Ahora, en cambio, el sarkozysmo se ha adjudicado algunas cuestiones capitales del Frente Nacional. Con la diferencia de que pueden desarrollarse desde el poder. Existe el riesgo real de una derecha radicalizada», razonaba Todd.
El sistema mayoritario francés y el juego electoral en dos turnos habían impedido que Le Pen accediera a la Asamblea Nacional. Nunca tuvo sitio en el Parlamento un partido que representaba a cuatro millones de compatriotas, aunque el Frente alcanzó resultados interesantes en los comicios legislativos del 86 (9,65%), del 97 (14,94%) y de 2002 (11,34%).
Unos y otros datos son todavía más relevantes comparados con las expectativas de voto que el FN maneja en la vigilia del 10 – J. Le Pen persevera en el cargo y pretende ser reelegido en el Congreso de noviembre, pero las amenazas de una nueva debacle en las urnas dejan espacio a la cuestión sucesoria y favorecen el derecho hereditario de Marine.
Es la hija de Jean – Marie y la candidata que más posibilidades tiene de redondear un resultado digno en la circunscripción de Pas – de – Calais (noreste). Se trata de un bastión socialista, deprimido y obrero, aunque la valquiria lepenista aspira a convertirlo en un argumento plebiscitario para legitimar su papel de delfín y acceder a las bendiciones paternas.
Le bastaría pasar al segundo turno. Es decir, superar en la cita de mañana el 12,5% de los sufragios. Un desafío razonable, puesto que su campo de batalla electoral fue bastante sensible al partido de Le Pen en los comicios presidenciales del 22 de abril. El Frente Nacional alcanzó entonces una cuota del 19%, prácticamente el doble del resultado nacional.
«Soy optimista y he trabajado a conciencia para conseguir una buena marca», confesaba Marine. «Con los números en la mano será más fácil establecer quién es quién en el seno de partido», añadía con orgullo. Es una manera de desafiar a la vieja guardia del Frente Nacional. Entre otros motivos porque los halcones históricos la consideran culpable del fracaso en las presidenciales. Fue ella quien suavizó el mensaje xenófobo y quien asumió las riendas de la campaña.
También es Marine quien ha dado el primer paso para normalizar el alcázar e imitar el ejemplo de Fini en Italia. Desoyendo incluso el consejo del padre: «Un Frente Nacional amable y cordial en nada interesa a sus militantes», decía a propósito el viejo Jean – Marie. Puede tener razón, pero no existen demasiadas alternativas de supervivencia. O el Frente Nacional se muere con el patriarca. O prosperan las nuevas ideas revolucionarias de Marine.
Entre esas ideas están la comunión con los valores republicanos de Francia, la defensa del aborto femenino, la tolerancia hacia los homosexuales y la ruptura con la indulgencia de su partido en materia de fascismos y nazismos.
Es una manera de colocar en evidencia la verborrea de la propia figura paterna. Y es que el viejo Le Pen tenía que haber sido juzgado el pasado jueves en París por «complicidad en la apología de crímenes de guerra» y por haber minimizado la dimensión del Holocausto en territorio francés.
El proceso fue aplazado con la excusa de las elecciones legislativas, aunque Le Pen, o lo que quede de él, acabará en el banquillo el 14 de diciembre.
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