Dos inmigrantes clandestinos mueren en su travesía hacia las Islas Canarias

ABC, 06-06-2007

ERENA CALVO

LAS PALMAS. Partieron de algún punto de la costa africana hace más de una semana y ayer conseguían alcanzar el Puerto de Mogán, en el sur de Gran Canaria, por sus propios medios. Se trata del último cayuco que ha arribado al Archipiélago canario en lo que va de año; en la precaria embarcación viajaban 44 inmigrantes de origen subsahariano – según su propio testimonio, de Gambia – entre los que se encontraban un menor y los cadáveres de dos africanos que no superaron la extrema dureza del trayecto.

Testimonios

Con ellos, ya son 17 los cuerpos sin vida de indocumentados recuperados en lo que va de año, aunque se estima que son muchos más los han perdido la vida en su intento por tocar tierra canaria. Así lo confirman los testimonios de muchos de los inmigrantes que a su llegada a las Islas relatan cómo se han visto obligados a lanzar por la borda los cuerpos de sus compañeros muertos en alta mar.

Según cifras oficiales, durante el pasado año fueron hasta seis mil los africanos que no lograron terminar el viaje con éxito de los más de 30.000 que finalmente desembarcaron en las Islas. Los de ayer son la última muestra de la cara más amarga de la inmigración ilegal. El retrato de los que nunca pudieron pisar la tierra que perseguían y en la que esperaban encontrar unas oportunidades inexistentes en su patria.

Deshifratación

Mejor suerte corrieron ayer los demás miembros de la expedición, de los que sólo uno tuvo que ser atendido por el personal médico del Equipo de Respuesta Inmediata (ERI) de la Cruz Roja al mostrar síntomas de deshidratación y otras dolencias, explicaron a este periódico fuentes de la citada organización humanitaria.

Como había sucedido en otras ocasiones, la embarcación no consiguió ser localizada por los sistemas de detección de pateras instalados en la isla redonda, sino por un barco pesquero que faenaba en las inmediaciones del litoral grancanario y desde donde se dio la voz de alarma a la Guardia Civil.

Fue entonces cuando la patrullera «Báltico» del Instituto Armado salió en su auxilio, pero para cuando interceptaron el cayuco, éste ya había alcanzado el puerto por sus propios medios.

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