GENERAL
«Nos maltrata Educación»
Una profesora relegada a una biblioteca escolar denuncia su situación laboral en el teléfono del sindicato Anpe
El Correo, , 04-06-2007María Antonia Andrés es una profesora vocacional. Le gusta trabajar con esos chicos con los que tiran la toalla la mayoría de los docentes. Chicos con nulo rendimiento escolar, con problemas de comportamiento o chavales inmigrantes y de etnia gitana condenados a abandonar los estudios sin finalizar la etapa obligatoria son su reto profesional. «Les escucho, les hago ver que valen, que pueden aprender una profesión. Y trato de adaptar mis clases a sus posibilidades. A algunos alumnos no les puedes pedir que se aprendan verbos de inglés de memoria o gramática castellana. Deben adquirir habilidades para la vida», resume.
Esta docente vizcaína tiene las especialidades de Inglés, Lengua Castellana y Pedagogía Terapéutica. «He sacado adelante a chavales a los que daban por perdidos en los institutos. Les leo, les escucho, salgo con ellos a la calle para enseñarles a relacionarse. Les marco objetivos que pueden alcanzar. Se sienten capaces por primera vez en su vida. Hay profesores que temen ir a un centro conflictivo. Para mí es mi vida», relata con entusiasmo.
Durante los 15 años que ha trabajado en el sistema educativo vasco ha pasado por varios institutos y ha puesto en marcha proyectos de integración escolar de alumnos con dificultades. Pero María Antonia Andrés no tiene PL2 de euskera. Perdió la estabilidad laboral y no ha podido culminar muchos proyectos educativos en los que invertía ilusión y esfuerzo – hace sustituciones de profesores que después vuelven a ocupar su plaza – . Un director de un instituto vizcaíno llegó a escribir una carta a Personal de Educación para pedir que le mantuvieran en su puesto porque los chicos habían mejorado y querían seguir con ella. Sin éxito.
De mal en peor
Su situación laboral ha ido de mal en peor. Ya no quedan plazas vacantes sin perfil de euskera para Lengua Castellana e Inglés en Secundaria. María Antonia ha pasado de hacer sustituciones en institutos a escuelas de Primaria. Ahora ha tocado fondo, dice. Ocupa un puesto en una biblioteca escolar, alejada de la docencia. Una de esas plazas en tierra de nadie, junto con las de cuidador de comedor, en las que Educación encaja a los profesores sin perfil. Para muchos maestros de los que no han acreditado el euskera esos destinos son su tabla de salvación. Para María Antonia es un drama. Se siente marginada y desaprovechada profesionalmente. «Yo necesito dar clases. ¿Sé que sirvo para tratar con chavales con dificultades!», se desespera.
Y su futuro es aún más negro. No podrá presentarse a las oposiciones que va a convocar Educación con condiciones ventajosas para interinos con antigüedad porque sólo salen a concurso plazas de sus especialidades de Castellano y Inglés con PL2 – ella tiene el máximo de puntos por años de servicios – .
Ha solicitado ayuda a sindicatos y partidos políticos. Ha recurrido incluso al servicio telefónico que tiene el sindicato Anpe para atender a profesores víctimas de acoso y violencia escolar. «Denuncié que el único maltrato que sufro es el del Departamento de Educación», dice. El servicio del Anpe recogió su queja y le puso en contacto con una profesional que le atendió.
Lleva sus quejas de un estamento a otro sin lograr solución alguna: «¿Por qué para dar Castellano o Inglés me piden PL2?, ¿Por qué después de 15 años no puedo presentarme a las oposiciones?, ¿Por qué a chavales con dificultades de aprendizaje que avanzarían en castellano se les conduce a modelos euskaldunes? Se responde ella misma: «A Educación le preocupa más el euskera que el futuro de los alumnos», sentencia.
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