Se busca inmigrante cualificado

El Mundo, ANA DEL BARRIO, 04-06-2007

La falta de profesionales en España obliga a las empresas a recorrer miles de kilómetros para contratar personal Hasta hace unos años, había bofetadas para encontrar un empleo. Sin embargo, en la actualidad, se está produciendo el fenómeno contrario: las empresas se las ven y se las desean para cubrir los puestos de trabajo.


Se buscan desesperadamente cajeras, cocineros, enfermeras, carniceros, mecánicos, asistentas, reponedores, obreros… La escasez de mano de obra autóctona está comenzando a afectar también a los trabajos cualificados y la falta de farmacéuticos, médicos y personal sanitario empieza a ser preocupante.


Ante este panorama, encontrar trabajadores se ha convertido en un arduo trabajo para las compañías españolas, que se ven obligadas a recorrer miles de kilómetros a la caza de empleados extranjeros, que son contratados desde sus países de origen. Éste es el caso del grupo Los Nogales, que cuenta con ocho residencias de ancianos, y ha tenido que acudir a Extremo Oriente en busca de cuidadores.


«Hemos contratado a 120 filipinos y la experiencia ha sido muy buena. Son fisioterapeutas y diplomados en Enfermería. Tenemos 1.300 trabajadores y la mitad de ellos son inmigrantes», declaró el director del grupo Los Nogales, Antonio Berlanga, durante unas jornadas celebradas esta semana en la Casa de América (Madrid).


Con los nuevos tiempos, las compañías se van preparando para recibir a los empleados extranjeros. Es más, en una sociedad cada vez más mestiza ya están surgiendo fundaciones que se dedican precisamente a gestionar la diversidad cultural dentro de las empresas.


¿Cómo se convive en una compañía con 12 nacionalidades diferentes? Los hábitos sociales y laborales son muy distintos según los países, lo que genera frecuentes malentendidos. Así, en muchos lugares de origen de los inmigrantes el día que se trabaja, se cobra, y el que no se acude al puesto, no se cobra. Así de sencillo. Por este motivo, muchos no consideran importante avisar al empleador si caen enfermos.


Para mediar en este tipo de conflictos se creó la Fundación San Ezequiel, formada por un grupo de empresarios independientes que se han juntado con el fin de facilitar la adaptación laboral de los extranjeros. Por ejemplo, un ciudadano marroquí se encontró indispuesto y decidió mandar a un primo suyo a su plaza para trabajar en su lugar. El empresario lo consideró una tomadura de pelo y le despidió. Al final, la Fundación San Ezequiel le hizo comprender que el empleado pensó que había obrado bien y había cumplido con su deber y logró que fuese readmitido.


«Algunos inmigrantes no tienen nuestras normas laborales interiorizadas. Su forma de trabajar es diferente. Los latinoamericanos poseen un concepto distinto del tiempo y su ritmo es más lento, por lo que les recomendamos que no acepten empleos en cadenas de montaje», explica la directora gerente de la Fundación San Ezequiel, Bárbara Marqués.


Paradójicamente, a pesar de tener la misma lengua, con los latinoamericanos surgen muchos problemas de comunicación, debido a que el uso del lenguaje es muy distinto. «Ellos consideran que nuestra forma de hablar es muy agresiva y se piensan que les estamos atacando. Interpretan los mensajes de forma diferente», afirma Marqués.


A veces, los desencuentros surgen por pequeños detalles. Los subsaharianos no están acostumbrados a mirar a los ojos cuando les hablan, porque para ellos es una norma de mala educación. Sin embargo, este comportamiento molesta a los empresarios, ya que desconocen sus costumbres.


Los europeos del Este son los que mejor se adaptan a nuestro entorno puesto que su cultura laboral es la más similar a la nuestra. Los subsaharianos también se aclimatan bien y, en general, son muy obedientes y sumisos por la situación que han vivido en sus países de origen. Sin embargo, también son los más vulnerables y los que corren más riesgos de caer en la explotación laboral.


Más demanda que oferta


Una de las compañías más preocupadas ante la escasez de profesionales en todos los niveles es la empresa de distribución Carrefour. «En estos momentos, la demanda de trabajadores es superior a la oferta. Hemos acudido a Colombia, donde hemos contratado a 263 personas, y a Perú, donde hemos reclutado a otros 312 trabajadores», asegura Itxaso Larrañaga, directora de formación de Carrefour. Esta cadena de hipermercados ofrece a los extranjeros un contrato indefinido, un empleo de jornada completa y el salario según convenio.


El grupo Los Nogales buscó primero trabajadores en Europa del Este, pero se encontró con la dificultad del idioma y, después acudió a Colombia, donde localizar a empleados cualificados era muy costoso y había que pasar por demasiadas trabas burocráticas. Al final, descubrió que los filipinos daban el perfil necesario y que las autoridades del país no ponían dificultades.


Michael Ibias, de 30 años, es uno de los trabajadores contratados en origen y seleccionados por videoconferencia por el grupo Los Nogales. Este filipino llegó hace 11 meses a España y ahora está empleado en una residencia de ancianos de Madrid. «Para ser fisioterapeuta, estudié durante cinco años en mi país. Estoy muy contento con el trabajo. Me compensa, a pesar de que estoy lejos de mi familia. Les mando dinero todos los meses», relata Michael.


Las compañías también cuidan cada vez más la acogida de los inmigrantes durante sus primeros días en España y ponen en marcha distintos programas. Los empleados extranjeros son trasladados desde el aeropuerto a un alojamiento para sus primeras jornadas, reciben asesoramiento sobre los trámites que tienen que realizar, además de cursos de formación y orientación sobre los hábitos sociales del país.


Sin embargo, desde los sindicatos CCOO y UGT alertan de que la contratación en origen tampoco es la panacea y de que muchos inmigrantes firman los papeles engañados y, luego, son explotados laboralmente cuando arriban a nuestro país. A lo largo de este año, 180.000 empleados extranjeros accederán al mercado laboral español de manera legal, con sus contratos bajo el brazo.

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