Urnas e inmigración
La Vanguardia, , 19-05-2007LA presente campaña electoral, local en toda España y autonómica en trece comunidades, no acaba de centrarse en un debate único, aunque algunos asuntos aparecen con recurrencia en declaraciones y discursos. En Catalunya, una de las cuestiones latentes durante estas fechas electorales es la realidad de la nueva inmigración. Aunque no siempre se aborde directamente, los efectos de la llegada masiva de personas de fuera informa muchas intervenciones, que hacen referencia a otros puntos de la agenda como seguridad, educación, vivienda o sanidad.
Hemos defendido desde estas páginas que la inmigración es una de las realidades prioritarias que deben ser pensadas, pactadas y abordadas por todas las administraciones, procurando soslayar al máximo el interés de parte de cada opción política. Nos jugamos la cohesión social y nuestro futuro. Esto es necesario en Europa, en el conjunto de España y en Catalunya. Un desafío de tal calado reclama visiones estratégicas. Todo ello, no obstante, no debe impedir el intercambio libre de puntos de vista y la discusión franca sobre este apartado, con las aportaciones legítimas de todos los partidos democráticos así como de organizaciones no gubernamentales, sindicatos, corporaciones profesionales y demás agentes sociales. De manera razonable y clara, es hora que la inmigración esté presente en la agenda pública, evitando así que sea un asunto manipulado por extremismos de signo diverso. Es bueno que aparezca con normalidad en la conversación social.
En este sentido, muchos se preguntan si una campaña electoral es el mejor momento para intercambiar reflexiones sobre la inmigración o si, en cambio, el asunto debería aparcarse para evitar distorsiones. No parece muy aconsejable ni muy útil crear excepciones, así que sería anómalo que los candidatos no hicieran referencia a un fenómeno importante que influye en muchos órdenes de nuestra vida colectiva. Pero sí debe exigirse que el debate no se circunscriba a estos días de campaña y que, en la medida en que incide en valores muy sensibles, se conduzca por cauces de sensatez, tranquilidad y realismo. Tan malo es el alarmismo como el exceso de cautela; encontrar el tono exacto para hablar de ello es un reto urgente de nuestros representantes. Hay varios ejemplos en Europa que pueden ayudarnos a conjurar errores de planteamiento que, a la larga, sólo alimentan radicalismos. Aprendamos pues de una vez a debatir de manera constructiva y eficaz sobre la inmigración, con o sin elecciones.
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