MÁLAGA

Así nos ven los inmigrantes

Comunicativos, acogedores, divertidos y respetuosos con la familia y las tradiciones. Pero también chismosos, impuntuales y demasiado aficionados al alcohol. Así define el carácter de los malagueños un grupo de extranjeros que reside en la capital

Diario Sur, TEXTO: IGNACIO LILLO, 27-05-2007

MÁLAGA es su hogar y no la cambiarían por ningún otro sitio, pero, como todo, tiene sus defectos y sus virtudes. Precisamente, el hecho de haber pasado su juventud en un mundo diferente les brinda una óptica de la ciudad peculiar, curiosa, y que debería hacer reflexionar a más de uno. Lo que para los nativos es normal, para alguien que pasó su infancia en Nigeria, Palestina o Bulgaria es todo un acontecimiento.

Las estadísticas constatan que la llegada de inmigrantes es necesaria para mantener el sistema de Seguridad Social tal y como está, dada la baja natalidad de la provincia – de las peores de Europa – el envejecimiento de la población activa y el creciente número de pensionistas que soporta. Ello puede suponer cambios sustanciales en la composición social de la población, y a buen seguro no habrá que esperar mucho. Si se mantiene el actual ritmo de crecimiento, sólo en los próximos diez años serán necesarios 136.000 jóvenes foráneos para mantener el sistema en marcha.

SUR ha reunido en la sede de la ONG Movimiento por la Paz (MPDL), en la calle Carretería, a inmigrantes de América Latina, África, Asia y Europa. Han convertido la ciudad en su tierra, muchos tienen incluso hijos malagueños. Pero aún así observan cosas llamativas en la forma de ser y de vivir en este rincón de Europa. En la cara amable, todos coinciden en que la gente es acogedora, amable y comunicativa. Se esfuerza por ayudar a los demás y contagia su gusto por la fiesta y por exprimir al máximo su tiempo libre. La pervivencia de las tradiciones milenarias y la importancia de la familia son otros puntos a favor. Tienen un gran respeto por la infancia y no suelen ser racistas.

En contra, aseguran que para conseguir un empleo hay que tener contactos y denuncian que los malagueños piensan que por ser inmigrantes sólo tienen derecho a trabajos poco cualificados. También son malos conductores, impacientes y poco respetuosos con los peatones, y detestan la afición por criticar y hablar mal de los demás.

La gran permisividad que existe con el consumo de alcohol entre los jóvenes, manifiesta en fenómenos como el botellón, sorprende a los extranjeros, como también el alto poder adquisitivo de los adolescentes y su facilidad de acceso a bienes de consumo (motos, videoconsolas y caprichos) pero también a las drogas, incluso en los colegios. Y critican la falta de ayudas para criar a los hijos.

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