OLGA PANTLEEVA PROFESORA DE MÚSICA. TRABAJA EN EL SERVICIO DOMÉSTICO

«Tenemos mucho que dar, no sólo queremos ayuda»

Diario Vasco, A. A., 27-05-2007

SAN SEBASTIÁN. DV. Seis años después de llegar a Gipuzkoa, Olga Pantleeva empieza a sentirse «un poco realizada». Desde hace unos meses, esta joven natural de Ryazan (Rusia) ha comenzado a dar clases de piano. Tiene sólo un alumno, pero le resulta suficiente para «recuperar algo de lo que tenía» en su país. Profesora de acordeón y directora de orquesta de instrumentos populares, Olga dejó su país hace siete años. «La situación económica no fue lo único que me motivó. Yo siempre he tenido un espíritu viajero. Había conocido otros países y me interesaba venir a España», cuenta la joven, que ahora reside en Irun. Antes de llegar a la localidad fronteriza, se instaló un año en Palamós (Gerona), de la mano de un amigo que conocía. Allí pasó un año, el 2000, pero el plan de vida no le convenció. «Es una localidad turística, de playa. Así que en verano había trabajo, pero en invierno se quedaba desierto».

A Gipuzkoa llegó por mediación de otro amigo, que le habló maravillas del territorio y de su calidad de vida. «Me ayudó muchísimo», reconoce Olga. La primera barrera, claro, fue el idioma. Además del castellano, la joven rusa se empeñó en aprender euskera, para optar a mejores trabajos y también como vehículo de integración. Ahora continúa sus clases en el euskaltegi donde ha conocido a buenos amigos.

Pero los comienzos no fueron tan fáciles. «Me quedé en una pensión hasta que encontré trabajo». Le contrataron al poco tiempo en la misma pensión, donde ayudaba con las tareas de limpieza. «He tenido la suerte de encontrar gente maja y muy amable», admite Olga.

Su trayectoria laboral siguió vinculada al servicio doméstico. En la actualidad trabaja en un caserío de Jaizkibel, pero quiere «cambiar de rumbo» y sacarle provecho a sus conocimientos, porque «los inmigrantes no sólo queremos ayuda, también tenemos mucho que dar. Estamos llenos de muchos cosas buenas», defiende entusiasta.

Facilitar la homologación

A la hora de pasar página, a Olga le preocupa especialmente los trámites para homologar sus estudios, de grado superior. El papeleo, dice, no es fácil de conseguir. Requiere tiempo y, sobre todo, dinero. «Deberían ayudarnos en ese sentido. No digo que nos den prioridades, sino que tengamos las mismas oportunidades», solicita.

Ahora, a sus 32 años, quiere apostar por su formación académica. Además de las clases de música, lleva dos años enseñando ruso a un alumno. Si los trámites siguen su curso, quiere buscar trabajo en el sector del transporte, aprovechando sus conocimientos de idiomas. Su proyecto, de momento, pasa por quedarse en Irun, donde, dice, ha encontrado su sitio. El único pero que le pone a la ciudad es que se encuentra a miles de kilómetros de Ryazan, donde dejó a sus padres y a su hermano. «Ellos no quisieron emigrar, prefirieron quedarse en su país».

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