La candidatura que el Bloc presenta a las elecciones municipales de Sueca está trufada de nombres más autóctonos que el arròs amb fesols i naps. Por eso destaca que, entre los Baldoví, Tamarit y Miragall, el número 19 en la lista lo ocupe un tal Matene Diarrà, maliense de 50 años con el que el partido pretende demostrar que el valencianismo no está reñido con el mestizaje multicultural.

Aunque quizás sea arriesgado tachar de forastero a alguien que escribe su apellido con tilde abierta, que se define como nacionalista convencido y que, tras media vida afincado en La Ribera, habla un valenciano más que correcto. “Mejor que el castellano”, aclara.

Antes de ir a parar a Sueca, Diarrà recorrió media África en busca de sustento. Pasó por Senegal. Costa de Marfil, Ghana, Nigeria, Gabón, Camerún y Libia antes de dirigirse hacia Francia. A medio camino, en Barcelona, un amigo lo convenció de alistarse en la Legión. En 1983, después de tres años de mili en Ceuta, alguien le dijo que la agricultura valenciana le ofrecería oportunidades de trabajo. Primero fue collidor en Cullera y Favara, y un buen día se plantó en el Mareny de Barraquetes, donde le emplearon como jornalero. Con el tiempo, acabó comprando sus propios huertos de tomates y pimientos y se asoció a la cooperativa de la localidad.

El Bloc promete facilitar que los inmigrantes se sumerjan en la cultura y las costumbres locales. Su candidato africano es todo un ejemplo de integración: el pasado mes de febrero se casó con una suecana tras 17 años de noviazgo. La pareja se conoció en las fiestas del Mareny, donde ella representaba al PSPV y él era festero del pueblo. Ahora se considera un vecino más de Sueca, aunque su oscurísimo color de piel lleve a engaño a quienes no le conocen. “Me hablan en castellano, porque piensan que no entiendo el valenciano”, dice entre risas. Y cuidado con confundir sus preferencias futbolísticas: al contrario que el Diarrà famoso, el que juega en el Real Madrid, Matene es un barcelonista irredento.