Tribuna Libre. 10 reglas de oro

"No acepte borradores de programas que hayan trabajado los compañeros (...) Elabore uno propio e impóngalo. Si no tiene tiempo, conocimientos o ganas para hacerlo, no se preocupe, cópielo"

Canarias 7, Jorge Rodríguez Díaz, 25-05-2007

Permítanme el atrevimiento, pero viviendo la actual campaña electoral desde dentro, se me ha ocurrido compartir con ustedes un decálogo de ideas básicas para ganar las elecciones. Les aseguro que son genuinamente originales y no me explico cómo es posible que nadie se haya dado cuenta antes de estas claves ganadoras. Ahí van las diez reglas de oro:

1.Designe un candidato que no está interesado en el puesto. Es ampliamente conocido que la demostración de fuerza de un partido, obligando a uno de sus miembros a aceptar la candidatura, impresiona al público y genera confianza.

2. Permita que el ‘candidato a la fuerza’ exprese durante meses su poca disposición a aceptar el nombramiento. Eso refuerza la imagen de quién gobierna de verdad en el partido.

3. Cuando, por fin, el candidato doblegado acepte la nominación permítale que se cargue la organización que lleva años trabajando en el territorio. Estas demostraciones de fuerza fomentan el trabajo en equipo y ayudan a eliminar a los díscolos que tienen la desfachatez de tener ideas y aspiraciones propias.

4. No acepte borradores de programas que hayan trabajado los compañeros que conocen la realidad del lugar. Elabore uno propio e impóngalo. Si no tiene tiempo, conocimientos o ganas para hacerlo, no se preocupe, cópielo de algún pequeño partido de otra comunidad. Total, es difícil que alguien se entere y lo que realmente importa es la imagen del candidato, el programa no lo lee nadie.

5. Si le descubren el plagio, no hay problema. Niéguelo durante un tiempo y después busque un culpable despistado y córtele la cabeza. Eso reforzará su imagen de fuerza y dinamismo.

6. Cuide la imagen que proyecta el candidato. Se necesita un campeón de la virtud, un ángel exterminador, recto, implacable, casi inhumano. Una versión moderna de Robespierre el incorruptible, dispuesto a cortar cabezas a diestro y siniestro. No importa que tarde o temprano acabe decapitado él mismo por sus compañeros o vencido por una puñalada Segura.

7. Recuerde, lo importante es la estética, no la ética. Acuñe frases como, por ejemplo, «separar la política de los negocios», aunque el Gobierno de su candidato haya intervenido recientemente a favor de algunas grandes empresas catalanas y en perjuicio de otras.

8. No importan las contradicciones si las frases son contundentes, tocan las emociones y, sobre todo, suenan estéticas. Por ejemplo, puede decir: «La inmigración no es un problema, quienes la denuncian son xenófobos y racistas. Los inmigrantes ilegales son seres humanos que necesitan ayuda y lo que hay que hacer con ellos es aplicar el principio de la puerta giratoria, por una puerta entran y por otra los expulsamos». Como se puede ver, así se contenta a todo el mundo.

9. Es importante que el candidato hable mucho, aunque no se le entienda, que hable, hable y hable. Pero, más importante aún es que no escuche, ni a propios ni a extraños, eso debilitaría su imagen de firmeza, rectitud y, lo más importante, de distanciamiento de los vulgares y polutos mortales que podrían contaminarlo.

10. Si las anteriores tácticas no dan el resultado esperado y ve que va perdiendo fuelle irremediablemente, no se rinda, tense aún más la situación, rompa definitivamente las posibilidades de diálogo, descalifique, insulte, haga que la gente se avergüence, siembre crispación, rabia y desánimo, exagere, dibuje un panorama muy sucio, aunque dañe la imagen del pueblo que dice querer defender. Todo vale, no hay límites a la decencia. Recuerde que un candidato terminator se alimenta de basura, sin ella no aporta nada.

Advertencias: Esta estrategia es un divertimento de pura ficción, cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia. Si algún partido la copia y obtiene un resultado contrario al esperado, el autor no se hace responsable del desastre.

Texto en la fuente original
(Puede haber caducado)