Alicante

El empresario inmigrante, mujer china o pakistaní de 41 años

Las Provincias, AGENCIAS, 25-05-2007

Un estudio destaca que los extranjeros que montan pequeños negocios revitalizan barrios como Ruzafa tras el abandono del comercio autóctono El perfil del trabajador inmigrante por cuenta propia es el de una mujer de unos 41 años, de origen chino o pakistaní y empleada en el sector del comercio, según el estudio
El empresario inmigrante en España
presentado ayer por la Fundación La Caixa.


El informe, elaborado por la catedrática y la doctora de Sociología de la Universidad Autónoma de Barcelona, Carlota Solé y Sonia Parella, respectivamente, y el doctor en Ciencias Sociales por la Universidad de Salamanca, Leonardo Cavalcanti, toma como referencia tres barrios paradigmáticos de España: Ruzafa, en Valencia; El Raval de Barcelona y Lavapiés, en Madrid.


Entre sus conclusiones, destaca que, de los casi 241.000 inmigrantes afiliados al Régimen Especial de Trabajadores Autónomos (RETA) en 2006, el 52,2% eran mujeres, mientras que el 47,8% eran hombres.


Según el estudio, la dificultad de muchas mujeres inmigrantes para conseguir empleos asalariados “les empuja a plantearse proyectos empresariales”. Además, los cambios demográficos y la crisis del modelo de familia tradicional han supuesto, señala, la proliferación de empresas especializadas en el suministro de servicios de infraestructura de los hogares y cuidado de las personas.


La edad media de los inmigrantes autónomos (41 años) no se corresponde con la juventud que caracteriza al colectivo inmigrante en general, ya que la decisión emprendedora se suele tomar “después de una dilatada experiencia del trabajador como asalariado”, según Parella.


Tiempo de asentamiento

Esta misma circunstancia explica que las nacionalidades más emprendedoras en España sean la china y la pakistaní, que predominan frente a las nacionalidades de reciente introducción en España.


No obstante, el tiempo de asentamiento de cara a tomar una iniciativa empresarial es importante, según el estudio, por cuanto la mayor parte de los inmigrantes autónomos se nutren originalmente de los “recursos étnicos” en forma de ayudas dentro del colectivo basadas, en muchos casos, en relaciones de “confianza”, según Solé. En otros casos, apunta, se benefician de redes de avalistas que sirven de garantía para las entidades bancarias.


El 30,3% de los inmigrantes empleados por cuenta propia se dedican al comercio, por delante de la hostelería (19,8%), la construcción (16,2%) y las actividades inmobiliarias y de alquiler (14,7%).


El abandono del pequeño comercio por parte de la población autóctona supone una oportunidad para la inmigrante que, ante la dificultad para incorporarse al mercado asalariado, deciden iniciar su propio proyecto laboral.


Entre las condiciones coyunturales que han favorecido la expansión del fenómeno emprendedor entre los inmigrantes está “el declive de la fabricación en masa”, que apunta hacía una expansión de las pequeñas empresas, lo que genera un importante espacio empresarial.


El estudio apunta que “la concentración residencial de los propios inmigrantes explica el surgimiento de demandas de productos y servicios específicos”. Al mismo tiempo, el uso comercial de los grupos étnicos y sus símbolos ha dado lugar a nuevas formas de negocio.


Algunas “consecuencias positivas” del fenómeno emprendedor entre los inmigrantes son la “revitalización del comercio y de los servicios de proximidad en los barrios”, al ocupar el lugar que dejan los comercios autóctonos abandonados.

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