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INMIGRACION

El Mundo, LETICIA BLANCO, 25-05-2007

OUT


El trágico balance de la siniestralidad laboral refleja el aislamiento de los recién llegados


No conocer la lengua dificulta todavía más que muchos recién llegados puedan exigir sus derechos laborales. La tragedia se ha cebado últimamente con la comunidad pakistaní


BARCELONA. – Comisiones Obreras lo califica como «neoesclavismo».Muchos empresarios de la construcción se aprovechan de la precariedad de inmigrantes para contratarlos ilegalmente y sin cumplir las normas de seguridad más elementales. El balance de 2007, a estas alturas, ya es desolador, especialmente para el colectivo pakistaní.


«Es difícil conocer cuántos trabajadores son contratados de forma ilegal, pero lo que podemos constatar es que de los últimos 10 muertos en accidente laboral en Barcelona, la mitad eran pakistaníes sin papeles», explica Ricardo Domingo, de CCOO.


Muchos empresarios pakistaníes han irrumpido en el sector de la construcción porque da mucho beneficio. «Luego, al rastrear en el origen de los accidentes, te das cuenta de que muchas veces el contratista es un simple locutorio o un supermercado», añade Domingo.


Pero, ¿por qué pakistaníes y no otra nacionalidad? «Pasa con todas. Pero los pakistaníes son gente dócil, que no se mezcla demasiado con el resto. No dan problemas y no suelen salir de un entorno muy cerrado. Si vives, comes y trabajas con gente que está en tu misma situación, es muy difícil que logres salir de ese círculo y llegar a conocer los derechos que tienes, así que cómo vas a exigirlos», explica.


Por eso, una práctica bastante habitual es que los papeles necesarios para trabajar vayan de mano en mano y roten. «Igual un pakistaní que tiene los papeles en regla no los necesita durante una temporada en la que trabaja en un locutorio y se utilizan para cubrir a otros sin papeles», cuenta Domingo, quien añade que es una práctica muy habitual en todos los sectores.


La lengua es uno de los principales escudos que impide a los recién llegados decidir qué opción de vida tomar y llegar a establecer relaciones sociales voluntarias fuera de su círculo. «Es que la lengua, como decía Machado, es la primera tecnología humana, y es la más difícil de aprender», comenta Menene Gras, directora de la programación cultural de Casa Asia.


«La situación habrá cambiado radicalmente en 10 años, cuando las segundas generaciones vayan a la universidad y decidan qué quieren hacer. Ahora mismo ya se ve que muchos niños inmigrantes hablan mejor el catalán que su lengua materna, e incluso que rechazan la que oyen en casa porque no es la que les permite relacionarse con otros niños y hacer amigos». Aunque el público mayoritario que acude a Casa Asia es catalán, Gras se felicita porque las clases de idiomas que imparte el centro tienen un éxito enorme.


Según datos de la Secretaria para la Inmigración de la Generalitat (que son provisionales y semioficiales), los empadronados de origen pakistaní a fecha de 1 de enero de 2007 eran 23.045 personas en la demarcación de Barcelona, prácticamente todos concentrados en el área metropolitana y concretamente, en Barcelona y alrededores.En comparación con el año anterior, a fecha de el 1 de enero de 2006 estaban empadronados 24.036 paquistaníes en la demarcación de Barcelona, cifra que se ajustó tras la revisión del padrón municipal.


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Los emprendedores comienzan a asumir el rol empresarial


BARCELONA. – Son pocos y pioneros, pero empiezan a mutiplicarse. Shankar Kishnani es quizá el caso más mediático. Este empresario pakistaní tiene una cuchillería, un hostal, y recientemente invirtió 450.000 euros en reformar los cines Maldà para programar sesiones de cine Bollywood.


A Sheri Ahmed sus familiares la toman por «loca», siempre cariñosamente hablando, claro. Esta pakistaní decidió fundar una asociación cultural que promoviese su cultura en Barcelona hace cinco años, harta de no encontrar lo que buscaba entre la oferta lúdica de la ciudad.


Los padres de Sheri viven a caballo entre Londres y Pakistán.Ella estudió en la capital británica (aunque matiza que sus padres no son de clase alta, sino pequeños propietarios de tierras que trabajan) y, tras hacer un Erasmus en Sevilla, se quedó trabajando en la Expo de 1992.


Luego se mudó a Barcelona y tras ahorrar algo trabajando como contable en la revista Metropolitan, decidió emprender la aventura de montar Masala.


«Fue en el año 2002, mucho antes de todo el boom que se ve ahora que se ha puesto de moda el Bollywood. Quería trabajar en algo cultural relacionado con la herencia de mi país porque la echaba de menos, pero desde un principio tuve claro que el público no sería pakistaní, porque tampoco me interesaba organizar algo excluyente, con tintes de gueto. Quería algo abierto a todos».


Lo que empezó en un pequeño local en la plaza de la Revolució, en Gràcia, ha terminado siendo un taller de danza pionero que empezó a pisar fuerte cuando fue contratado por el Fòrum de las Culturas. Al final ha terminado por convertirse en la empresa más importante de España que ofrece clases de baile de Bollywood y hace sólo unos días termina de abrir un nuevo local en Poble Sec.


Sheri cuenta que la reacción de sus compatriotas ha sido variada.«Cuando vienes de una cultura tan represiva es fácil que te vean como a un bicho raro por ser mujer y llevar tu propio negocio.La verdad que al principio no se enorgullecían demasiado. Piensan que siendo mujer y no estando casada y sin hijos te pasa algo raro, más o menos como aquí en la época de Franco», relata esta pakistaní que presume de ideales feministas: «para mí no existe la palabra ‘no’, nadie me puede decir lo que puedo hacer o no».


Pese a ser prácticamente la única mujer de su nacionalidad con visibilidad pública y emprendedora, Sheri no se siente portavoz de nada ni de nadie. Pero, ¿dónde están las mujeres pakistaníes y en general, las inmigrantes? «No se ven muchas porque normalmente se quedan en sus países de origen. No las quieren aquí, entre ellos, viviendo en pisos donde conviven normalmente seis o siete hombres. Pero cuando la situación económica mejore, vendrán, y entonces las cosas cambiarán», asegura.

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