«Frontera»: grises entre rojos y azules

Judith Colell dirige la historia de una aduana moral donde la humanidad es lo primero

La Razón, , 12-12-2025

Hay una sencuencia en «Frontera» –y ya me perdonarán el «spoiler», si es que acaso esto lo es– donde algunos niños de este pueblito del Valle de Arán deciden «disfrazar» a los judíos, que, huyendo de las garras del nazismo, tienen refugiados en sus casas con ropa de gentiles, de payeses, para que en el inminente registro de las tropas germanas pasen desapercibidos. Ante esta artimaña pergeñada por los guionistas se cuestionaba la directora de la película, Judith Colell, si la treta de los chiquillos sería verosímil. Grande fue su sorpresa cuando, tiempo después, investigando sobre historias de judíos y refugiados que huían de los nazis cruzando la frontera francesa hacia España, descubrió el interesante caso de Germana da Silva, una aristócrata gallega, amiga personal de Carmen Polo y Francisco Franco, franquista como la que más pero que odiaba a los nazis y a la que precedía su bonhomía cristiana. En su pazo pontevedrés no solamente albergaba a quienes huían del terror del Reich, sino que les facilitaba la salida hacia Portugal.

«Voto de silencio»

Cuenta la directora de «Frontera», entre exclamaciones y risas, que vestía a los refugiados extranjeros de monjas y curas para que, si les preguntaban, no se delatasen en su idioma «porque estaban guardando voto de silencio». «Me parece una historia maravillosa y espero que se lleve al cine», dice Judith Colell, quien también, por supuesto, conoce el caso de Ángel Sanz Briz, «el ángel de Budapest», que salvó a cerca de 4.500 judíos «en el nombre de Franco» (Arcadi Espada dixit).

Nace este proyecto, según nos relata su directora, inspirado en la historia de Manuel Giner, un guardián de una aduana pirenaica en los años de posguerra española cuyo hijo les contó su historia a los guionistas de la cinta, Miguel Ibáñez y Gerard Giménez. Sobre la peripecia de Giner se construye el personaje de Manuel Grau (encarnado por Miki Esparbé), «al que se dota de un pasado republicano por darle más fuerza dramática: es alguien que ha perdido la guerra y a quien tras renunciar a sus ideales se le presenta una oportunidad de redención ayudando a estos judíos a cruzar la frontera», explica la cineasta catalana. «Nuestra historia es completamente diferente a este hecho real, la escribieron apoyándose en otra información de esta historia que prácticamente desconocíamos: la de quienes huían de los nazis cruzando nuestra frontera», matiza Judith Colell.

Coincidimos directora y plumilla en nuestra simpatía especial hacia el personaje interpretado por Asier Etxeandía, el teniente Sánchez de la Guardia Civil, menos previsible, más complejo y, si se quiere, con más capas que el resto, que caen con facilidad en «buenos» (republicanos) y «malos» (nacionales): «Es un personaje interesantísimo, que huye, que no te lo esperas. ¡No es malo! –explica la directora–, lucha por su familia y es una persona muy herida. Me pareció interesante no hacer el típico guardia civil malo. No hay que caer en el maniqueísmo como fanáticos, hay muchas contradicciones en el ser humano».

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