Polonia, baza de estabilidad para Europa
Diario Vasco, , 24-01-2025Polonia asumió el día 1 la presidencia rotatoria del Consejo de la Unión Europea sustituyendo a Hungría. El primer ministro polaco, Donald Tusk, dispone de una magnífica oportunidad para reconstruir el centro derecha en su país, reasentar la democracia liberal y serenar el clima político de los Veintisiete ante el debilitamiento de Alemania, Francia, Bélgica y Austria.
Los desafíos internos de Tusk no son menores que los de Europa. En mayo los polacos elegirán presidente. El cargo desempeñado por el partido soberanista Derecho y Justicia (PiS), en la persona de Andrezj Duda, se caracteriza por un derecho de veto al Ejecutivo que obliga de facto a una cohabitación con el primer ministro. Gobernar con la formación de los Kaczynski y gestionar la UE es casi un oxímoron.
La victoria de Tusk sobre el PiS en las legislativas de 2023 supone el regreso de Polonia a Europa. Con ella, la Comisión cerró el procedimiento (el ‘artículo 7’) que había emprendido contra el país por violación sistemática del Estado de Derecho y descongeló los fondos retenidos a Varsovia por sus faltas a los valores de la Unión, especialmente las transgresiones ultranacionalistas a la independencia de la justicia.
En contraste con la gestión europea de Orbán, el equipo en el poder en Varsovia ofrece garantías a Bruselas. El húngaro, despedido en un clima de acritud por su revoltijo de medidas fiscales contra las empresas europeas, su relativo apoyo a Ucrania y su entrega a Rusia, cede paso a un gran conocedor de las instituciones comunitarias. Tusk fue presidente del Consejo de 2014 a 2019. Su partido Plataforma cívica confirmó su fuerza en las elecciones europeas del 9 de junio pasado revitalizando con ello sus influencias en el Parlamento de Estrasburgo, en el equipo de comisarios y entre los cristianodemócratas del Partido Popular Europeo (PPE), formación a la que pertenece Tusk y que presidió entre diciembre de 2019 y junio de 2022.
Prueba de sus recursos en la escena bruselense, el jefe de Plataforma cívica ha nombrado comisario en el colegio europeo a su ex-brazo derecho, Piotr Serafin. Negoció con la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, la muy estratégica cartera del Presupuesto. En breve, los Veintisiete planificarán las próximas Cuentas plurianuales. La Comisión prepara una reforma de los fondos de cohesión, que Polonia –hoy entre los principales beneficiarios– teme. Rodado en los arcanos comunitarios, Serafin hará valer su presencia en Bruselas. Uno y otro, Tusk y Serafin, necesitan demostrar a sus conciudadanos que las opciones proeuropeas de Plataforma cívica merecen la presidencia de Polonia. En mayo urge ganar al PiS para finiquitar la cohabitación paralizante con el partido nacional-conservador opositor.
Igualmente, Tusk y Serafin deberán sortear las intenciones de Orbán para los Presupuestos, si Bruselas no suaviza las sanciones financieras impuestas a Budapest por el Tribunal de Justicia de la UE y por la misma Comisión. Orbán, que no cede en su política, dispone de un notable medio de presión sobre los Veintisiete: la regla de la unanimidad prevista para los expedientes sensibles. Esta medida le asegura un derecho de veto que acostumbra a usar. La amenaza de recurrir a esta táctica planea ya sobre las negociaciones de unos Presupuestos que deben arrancar en 2028.
En la agenda comunitaria de Tusk sobresale la seguridad. Desde el inicio de la agresión rusa en Ucrania, hace casi tres años, Polonia no ha dejado de ayudar a Kiev y de presionar a sus aliados para que aumenten el gasto en defensa. Las murallas en construcción en las fronteras con Kalingrado y Bielorrusia están destinadas a proteger Polonia y Europa entera. Disuaden los movimientos de tropas este-oeste y también son un tapón al corredor de inmigración establecido en Bielorrusia. En el verano de 2021, Moscú y Minsk organizaron una red migratoria desde sus consulados de África y Oriente Próximo hasta los bosques de Podlachie. No extraña que Varsovia mantenga una línea dura con esta ‘inmigración’ en tanto Bielorrusia la instrumentaliza. Tusk es claro: «No aplicaremos ninguna normativa europea que vulnere nuestra seguridad. Hablo del pacto migratorio y del contexto de inmigraciones rayano con la guerra híbrida».
Tusk no transige con la pérdida de seguridad ni con la inmigración que movilizan a la extrema derecha en todo el continente. Ironía de la historia: Europa, al son de Polonia.
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