No se han hablado, “todavía no”, pero ya está claro que la relación entre Jorge Mario Bergoglio y Donald Trump será compleja. El primer tema de conflicto será la inmigración, y probablemente no será el único. La polémica, de hecho, ya era intensa antes de la toma de posesión del nuevo presidente de Estados Unidos.

El compromiso de Trump de llevar a cabo deportaciones masivas como primer acto de su administración es, para el Papa, literalmente “una tragedia”. Francisco lo expresó abiertamente en una entrevista concedida a uno de los programas más populares de la televisión italiana, Che tempo che fa: “¿Las deportaciones? Si es cierto, será una desgracia, porque hará pagar a los pobres desgraciados que no tienen nada el precio del desequilibrio, y eso no está bien”.

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Agencias
El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, habla después de prestar juramento como presidente el 20 de enero de 2017 en el Capitolio de los Estados Unidos en Washington, DC.
Este lunes, el Papa envió un mensaje a Trump con motivo de la ceremonia en Washington, con palabras más prudentes: “Inspirado en los ideales de la nación, tierra de oportunidades y de acogida para todos, espero que bajo su liderazgo el pueblo estadounidense prospere y se comprometa siempre en la construcción de una sociedad más justa, donde no haya espacio para el odio, la discriminación ni la exclusión”, se lee en el mensaje del Papa. Pese al lenguaje diplomático, Francisco insiste en el concepto de inclusión, opuesto a esa “emergencia nacional en las fronteras del sur” anunciada por Trump en el discurso de este lunes.

Las primeras señales de frialdad entre Washington y la Santa Sede comenzaron inmediatamente después de la victoria electoral de los republicanos. La decisión de Trump de designar a Brian Burch, un representante del ala tradicionalista, como embajador ante el Vaticano fue interpretada en Roma como un mensaje claro. El Papa respondió, pocas semanas después, eligiendo como arzobispo de Washington a Robert McElroy, conocido por sus posiciones a favor de los migrantes y los derechos civiles. Movimientos opuestos que marcan el inicio de un camino accidentado.

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El único posible punto de encuentro entre Trump y el papa Francisco podría ser la política exterior. En particular, el Vaticano observa con esperanza el compromiso del nuevo presidente de poner fin a los conflictos, especialmente el de Ucrania: “Mientras nuestra familia humana enfrenta numerosos desafíos, incluido el flagelo de la guerra, le pido a Dios que guíe sus esfuerzos para promover la reconciliación entre los pueblos”.

La tregua en Oriente Medio pareció ser el primer resultado, con el reconocimiento del papel decisivo de la Casa Blanca también por parte de la Iglesia local, como afirmó este lunes Ibrahim Faltas, vicario de la Custodia de Tierra Santa, desde Jerusalén.