La neofascista AfD marca la derechización de Alemania

Hace un año parecía que no había ninguna ciudad en Alemania en la que no hubiera manifestaciones contra la neofascista AfD. Por un momento, el partido perdió varios puntos en simpatías de los alemanes, pero ahora está más fuerte, crece y marca las pautas políticas a las demás formaciones.

Gara, Ingo Niebel, 21-01-2025

No parece imposible que la neofascista AfD logre el 30% de los votos. El cifra no extraña porque en la década de los 80, un tercio de la sociedad de la entonces República Federal de Alemania (RFA) promulgaba ideas ultraderechistas. Lo que ha cambiado en este tiempo, y tras la unificación alemana en 1990, es que esas ideas ya no se verbalizan a puerta cerrada, sino en público, en parlamentos o en un escenario congresual.

Por eso, la AfD ahora no solo pronuncia sin pudor la palabra «remigración», como ha hecho su candidata a canciller, Alice Weidel, en el reciente congreso del partido, sino que la ha incluido en su programa, copiando a su correligionario alpino Herbert Kickl, líder del ultraderechista (FPÖ).

En este contexto, en los buzones de personas supuestamente no originarias de Alemania han aparecido panfle- tos de la AfD local de Karlsruhe que copian el diseño de un billete de avión, pero denominado «billete de deportación» de Alemania al «país seguro de origen» para el 23F, fecha de las elecciones anticipadas. El término neofascista «remigración» se refiere a la deportación masiva de extranjeros –desde Alemania y Austria– para hacer realidad la ficción racista de un «pueblo puro». Hace un año, el líder del Movimiento Identitario de Austria (IBÖ), Martin Sellner, presentó esta idea a representantes de la AfD en Potsdam en un encuentro confidencial. La difusión de la reunión desencadenó protestas anti-AfD. La idea se ha convertido en palabra y ésta, en acción.

Jan van Aken, copresidente y candidato a canciller de Die Linke subraya que el 30% de los sirios –un 11% más que en 2023– trabaja y cotiza, y que unos 5.758 ejercen como médicos.

Desde hace décadas, el nazismo poshitleriano propaga la deportación de «criminales extranjeros». Quizás se habría quedado en un exabrupto más, propio de partidos neofascistas, si el presidente de la CDU y candidato a canciller, Friedrich Merz, no hubiera propuesto quitar la ciudadanía alemana a los delincuentes extranjeros con doble nacionali- dad. Aparte de su anticonstitucionalidad, Merz ha roto un tabú político. El régimen nazi se la quitó a miles y miles de alemanes: primero a exiliados políticos y luego a judíos. Por eso, la RFA consagró en su Ley Fundamental que el Estado no podrá privarle a un alemán de su ciudadanía.
A la vista de que ha acercado a su formación a la AfD, Merz ha dado marcha atrás. «Permítanme repetirlo para que conste: no habrá cooperación con la AfD en Alemania bajo mi liderazgo», dice ahora, y subraya que «ato mi destino como presidente del partido de la CDU a esta respuesta». Es habitual en él decir una cosa para luego dar marcha atrás.

Aunque parece poco probable que el SPD de Olaf Scholz recupere los 15 puntos que le separan de la CDU, tampoco se queda atrás en el debate migratorio. Podría haber relanzado el eslogan antixenófobo de los sindicatos “Manos fuera de mi compañero”. Pero no, su ministra de Interior, Nancy Faeser, echó más leña al fuego que mantiene vivo el debate sobre si el millón de refugiados sirios deben volver a su país de origen tras el cambio de régimen al considerar una «solución pragmática» permitirles, en contra de la legislación vigente, «viajes de exploración» a Siria para ver si pueden y quieren regresar a un Estado ahora islamista. Cualquier otro extranjero en esa situación perdería su especial estatus legal y tendría que abandonar Alemania. La titular de Exteriores, Annalena Baerbock, apoya a Faeser, y su correligionario y también candidato a canciller, Robert Habeck, dice: «Quien no trabaja, tendrá que marcharse».

«Quien quiera deportar a la gente a Siria no solo es un depravado moral, sino que no tiene ni idea», dijo tajante Jan van Aken, copresidente y candidato a canciller de Die Linke. Dada la manifiesta falta de mano de obra en Alemania, aboga por que sigan en el país. Subraya que el 30% de los sirios –un 11% más que en 2023– trabaja y cotiza, y que unos 5.758 sirios ejercen como médicos. «Debemos invertir de una vez en la formación de nuestros propios especialistas, en lugar de depender de la inmigración», respondió Sahra Wagenknecht, cuya Alianza (BSW) se escindió del Linke. Su comentario pesa teniendo en cuenta su pasado comunista y que, con suerte, su partido estará en el Bundestag, mientras que el Linke tal vez no.

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