Trump amplía la cuadrilla

Iniciará su mandato con más aliados en Europa, que ya no es el «agujero del infierno» que se encontró en su primer viaje a Bruselas

Diario Vasco, Izaskun Errazti, 21-01-2025

Hay quien se frota las manos y quien las usa para taparse los ojos, pero el mundo entero asiste con expectación al regreso de Donald Trump a la Casa Blanca. A escasas horas de su investidura como 47º presidente de Estados Unidos, nadie olvida que el republicano es un tipo impredecible y reaccionario, ni duda de que su posición al frente de la principal superpotencia occidental tendrá consecuencias históricas, en términos políticos y geopolíticos, que cambiarán el mundo. Los recuerdos de su primer mandato, entre los años 2016 y 2020, y las primeras señales del que estrenará el próximo 20 de enero marcan ya las relaciones internacionales, que parecen condenadas a sufrir continuos sobresaltos.

Unión Europea

Donald Trump no guardó un buen recuerdo de su primer viaje a Bruselas. En aquel momento, sus ‘amigos’ en el viejo continente eran contados y se sintió solo en un lugar al que se refirió como «el agujero del infierno». Seguro que cuando regrese sus sensaciones serán otras. Y eso pese a que el magnate neoyorquino planteará desafíos sin precedentes a Europa en cuestiones globales como la guerra de Ucrania, la OTAN, China, el comercio mundial –se dan por hecho medidas arancelarias– y el clima.

Al incombustible presidente húngaro Viktor Orbán, que nunca ha ocultado su veneración por el presidente electo estadounidense, se han sumado muchos otros dirigentes europeos, entre ellos el eslovaco Robert Fico, que respaldan algunos de sus temas favoritos, como el discurso contra la inmigración, la familia o el cuestionamiento del derecho al aborto. Asuntos estos que también le han llevado a encontrar entre la extrema derecha a algunos de sus partidarios más devotos en la UE.

Pero lo que en Bruselas no se pierde de vista es la «alianza inquebrantable» de la presidenta italiana con Trump. Y es que Giorgia Meloni, la líder más derechista del G7, será su aliado ideológico natural en el poder al otro lado del Atlántico. Ante esta situación, Europa, que deberá buscar el equilibrio entre preservar sus relaciones con Washington y defender sus propios intereses económicos y de seguridad, apela a la unidad. En ello ha insistido el presidente francés, Emmanuel Macron, que desbordado por la precaria situación que vive en casa persigue el despertar estratégico del viejo continente.

Para Trump, Alemania es un ejemplo negativo de país: lo fue en 2016 por la acogida de refugiados impulsada por Merkel, y lo es ahora por la apuesta alemana por las energías renovables. Temeroso de un efecto contagio por la «nueva era» que la ultraderecha se propone abrir en Austria y que alimenta Elon Musk, Berlín deberá lidiar de nuevo con el republicano, a quien el canciller alemán, Olaf Scholz, ha advertido de la «inviolabilidad de las fronteras» por su obsesión con Groenlandia. Un empeño, el del control de la isla, que ha llevado a Dinamarca a sumarse a la lista de ‘enemigos’ del presidente electo.

El regreso del republicano a la Casa Blanca, con sus planes proteccionistas, también inquieta en el Reino Unido, que tiene en Estados Unidos su mayor socio comercial, porque corre el riesgo de encontrarse en medio de un conflicto por este tema entre Trump y la UE. Pese a todo, ambos ejecutivos se esforzarán por preservar la relación especial que ha unido a sus naciones desde la Segunda Guerra Muncial.

América

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América Latina se conjura para sobrevivir a los cambios que el segundo mandato trumpista puede suponer en sus relaciones con Estados Unidos en materia de migración y comercio, seguridad pública y competencia geopolítica con China. La deportación de millones de migrantes a México y Centroamérica, que podría provocar una crisis económica y migratoria en la frontera sur de EE UU, fue una de sus promesas de campaña. También habló entonces de la posibilidad de ejecutar ataques militares unilaterales contra los cárteles de la droga, y ahora hasta se plantea cambiar el nombre del Golfo de México por Golfo de América, «más hermoso y apropiado». Una ocurrencia a la que la presidenta Claudia Sheinbaum ha respondido con otra: rebautizar Estados Unidos como América Mexicana apoyándose en un mapa que data de 1607.

Mientras el agravamiento de las tensiones diplomáticas entre ambos países está servida, los gobiernos de derecha de la región suspiran por fortalecer las alianzas con Trump, más en materia económica y de seguridad que de derechos humanos. Es el caso de líderes como el presidente argentino Javier Milei y el salvadoreño Nayib Bukele, que buscan posicionarse como sus principales aliados regionales. Una tendencia que generará más tensiones con ejecutivos de izquierda, como el de Brasil, bajo la presidencia de Luiz Inácio Lula da Silva. En cuanto a las relaciones con Cuba y Venezuela, Trump sería capaz de retomar su política de «máxima presión» implementada en su primer mandato. El presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, ya ha advertido que si el gobierno americano persiste en su idea de quebrantar la soberanía de la isla, solo hallará «rebeldía e intransigencia».

Asia y guerras

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«El regreso más grande de la Historia». La frase de Benjamín Netanyahu refleja la euforia de Israel por la vuelta del magnate a la Casa Blanca y el recuerdo de su primera legislatura, que estuvo marcada por su apoyo total al país, la presión sobre Irán, el olvido a la causa palestina y los Acuerdos de Abraham que normalizaron las relaciones del gobierno de Tel Aviv con Emiratos Árabes Unidos, Bahréin y Marruecos. Nada que ver con las sensaciones del presidente palestino Abu Mazen, que, no obstante, confía en que Trump, que parece tener prisa por acabar las guerras en Oriente Próximo, apoyará «las aspiraciones legítimas» de su pueblo.

Aunque las relaciones con EE UU están en un mínimo histórico, el presidente ruso, Vladímir Putin, asegura estar listo para «negociar y llegar a acuerdos» sobre temas estratégicos que implican a ambas potencias, como la guerra en Ucrania. Un conflicto que, según Volodímir Zelenski, puede acabar antes con Trump. «Sería una locura tirar la toalla ahora», sostiene el presidente ucraniano respecto a la coalición entre Estados Unidos y Europa que ha permitido a Kiev resistir durante casi tres años la agresión militar rusa.

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En China, la fábrica del mundo y gran rival geopolítico de Washington, son conscientes de la enorme capacidad disruptiva de Trump y se preparan para afrontarla de la forma más provechosa posible para sus intereses. En su mensaje de felicitación al republicano tras su apabullante victoria en las urnas, Xi Jinping ya deslizó que «una relación estable, saludable y sostenible» entre los dos países «favorece los intereses comunes» de ambos y «satisface las expectativas de la comunidad internacional», cuando es sabida la intención del presidente electo de establecer aranceles masivos, del 60%, sobre todas las importaciones chinas, lo que elevará la presión comercial sobre el gigante asiático.

Trump y Sánchez se saludan en la Cumbre de Bruselas de 2018.
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Trump y Sánchez se saludan en la Cumbre de Bruselas de 2018. Efe
La distancia ideológica, el elemento que perturba las relaciones Trump-Sánchez
El regreso de Trump a la Casa Blanca amenaza con convertirse en otro quebradero de cabeza internacional para la diplomacia española por la enorme brecha ideológica que se abrirá entre ambas administraciones cuando el magnate tome posesión de su cargo. En Exteriores confían en que el dirigente norteamericano module sus promesas electorales hacia posiciones que no colisionen frontalmente con las de la Unión Europea, sobre todo en lo relativo a la guerra en Ucrania –por la previsible reducción de ayuda norteamericana a Kiev– y al establecimiento de aranceles a los productos europeos. Una medida que sería muy dañina para la economía española.

El Gobierno español ya trasladó a Trump, tras los comicios del 5 de noviembre, su intención de «fortalecer» las buenas relaciones entre ambos países. Primero con una breve llamada telefónica de Pedro Sánchez y, a renglón seguido, con una declaración del ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares. En el Palacio de Viana insisten en que Estados Unidos es un socio «prioritario» para España, con el que comparte la alianza estratégica de la OTAN, y que debe seguir siéndolo. Pero, en lo económico, una política arancelaria más dura por parte del magnate sería especialmente perjudicial para las exportaciones españolas. Por ahora, ha propuesto un arancel del 10% a todas las importaciones, una medida que afectaría a las 28.000 empresas españolas que exportan al país norteamericano.

A esto hay que sumar la exigencia de Washington al Ejecutivo español para que aumente la inversión militar. Con un 1,28% del PIB dedicado a la Defensa, España es el país que, proporcionalmente, menos recursos destina a gasto militar de los 32 aliados de la OTAN. Un hecho que disgusta tanto a Biden como a Trump, que creen que su nación hace «demasiado esfuerzo» por defender a los europeos.

Pese a los augurios, la llegada a la Casa Blanca de Trump en enero de 2017 no supuso inicialmente un gran cambio para la relación bilateral con España. De hecho, la administración estadounidense respaldó al Gobierno de Mariano Rajoy frente al desafío independentista en Cataluña, mostrando sintonía en asuntos internacionales como la crisis en Venezuela. La buena relación culminó con una visita del mandatario del PP a Washington en septiembre de aquel año.

Pero la sintonía política entre ambos países comenzó a desafinar con la llegada de un Gobierno socialista en junio de 2018. La relación entre Sánchez y Trump fue casi inexistente, hasta el punto de una imagen que se haría famosa, la del líder estadounidense mandando a sentar en su silla a un presidente español que trataba de saludarlo en la cumbre del G-20 celebrada en 2019 en Buenos Aires. Moncloa restó gravedad al episodio y lo tachó de «broma». Durante ese tiempo, Pedro Sánchez no visitó la Casa Blanca ni Trump le correspondió en Moncloa.

Con Joe Biden en la presidencia, la relación mejoró, con la cumbre en Madrid (2022) de la OTAN como culmen. El jefe del Ejecutivo norteamericano elogió el liderazgo de Sánchez y dejó la imagen de su largo abrazo con su esposa, Begoña Gómez. El líder socialista le devolvió la visita en mayo de 2023. Pero más allá de ganar en fluidez, el peso de España en las relaciones entre ambos países, sobre el papel, no ha variado mucho.

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