Los socorristas estafados en las piscinas y playas de España: “Es una trata de esclavos en el siglo XXI”

Casi una treintena de víctimas ha compartido su testimonio a EL PAÍS en menos de 72 horas, tras la publicación de un reportaje que denunciaba el oscuro negocio que explota y contrata a salvavidas en el extranjero

El País, MARÍA MARTÍN - MANUEL VIEJO, 06-10-2022

El ansiado sueño de trabajar en España como socorrista para lograr unos ahorros, enviar dinero para la familia de origen e incluso guardar parte del salario para la crianza de los hijos, ha terminado siendo una estafa. “Al final, no he ganado nada. He perdido más de 3.000 euros y he ganado 3.000 euros. Me han engañado”, cuenta un peruano de 25 años que ha trabajado en una piscina de Madrid y que ha querido denunciar su caso a EL PAÍS con una carpeta repleta de documentos. “Ahora, con el aspecto emocional… tampoco me siento anímicamente bien. Tengo mucha incertidumbre, estoy bajoneado, solo… Tenía muchas expectativas con este trabajo, pero ha sido una estafa. He librado tres días en todo el verano. Ojalá pueda recuperar mi dinero”. En la mano derecha lleva un diploma donde dice que es socorrista tras haber superado un curso en junio. Es falso. “Ni siquiera he hecho ese curso”, afirma.

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Un reportaje publicado el pasado domingo por este periódico, revelaba cómo algunas empresas españolas y peruanas hacen negocio al traer a España socorristas de Perú que ni siquiera saben nadar. Los empresarios, tanto en Lima como en Madrid, se lucran con la emisión de certificados de socorrismo (en ocasiones falsos o innecesarios), cobran cantidades desorbitadas por los trámites ―entre 350 y 800 euros―con los que sus clientes obtendrán su visado para trabajar en España donde serán explotados laboralmente una vez estén en la piscina. Los socorristas, la mayoría jóvenes de entre 18 y 30 años, acaban invirtiendo gran parte de sus ahorros en una oportunidad que no es tal. Desde su publicación ―y en apenas 48 horas― casi una treintena de personas se han puesto en contacto con este diario para denunciar estafas y graves irregularidades en su contratación como socorristas en diferentes piscinas y playas de España (Ibiza, Santander, León, Madrid, Alicante, Girona, Mallorca…). Son argentinos, españoles y peruanos.

El torrente de denuncias revela que el caso denunciado por El PAÍS no es aislado, sino un modus operandi, más o menos parecido, que promueven varias empresas para aumentar sus rendimientos. Tampoco ocurre solo en Madrid, donde hay más de 10.000 piscinas comunitarias: las denuncias llegan desde varios puntos del territorio español. “Es una trata de esclavos en el siglo XXI. Te dicen que si descansas, te lo descuentan. El finiquito es una lotería que lo paguen, es un fantasma”, denuncia Edgardo Barrionuevo, un socorrista argentino de más de 50 años, que lleva años ejerciendo en España. “Nadie nos paga al precio del convenio”, añaden varios más de los consultados.

Españoles y extranjeros se alían para captar trabajadores en sus países de origen, crean empresas ad hoc para contratarlos, fraudan documentos oficiales y falsifican diplomas para certificar que los trabajadores cumplen los requisitos. La denuncia inicial, investigada por EL PAÍS, implicaba a empresas de Madrid y Lima, pero los correos electrónicos recibidos esta semana llegan ahora desde Valencia, Baleares, Cantabria, Madrid, Cataluña y denuncian irregularidades en contrataciones de peruanos, pero también de argentinos y rumanos.

Laura, peruana de 39 años que ruega que no se publique su verdadero nombre, cuenta que llegó por primera vez a España en 2017 para trabajar como socorrista. Dice que, a día de hoy, la empresa que la captó en Lima continúa trayendo a cientos de compatriotas suyos a Madrid y otras regiones cada verano. “Me dieron el título de socorrista porque era amigo de uno de ellos, sin más. No hice ningún curso”, asegura. La empresa española que la contrató la puso a trabajar nada más llegar a Madrid y desde principios de junio hasta mediados de septiembre no libró ni un solo día. “Los cuatro meses completitos. Trabajé de diez de la mañana a nueve de la noche en una piscina de vecinos sin parar ni para comer”, relata. “Comía porque la piscina se quedaba vacía. Gracias a Dios no me pasó ningún incidente. Al terminar la temporada, recogí mi finiquito. Solo quería volver a mi país”.

Con coronavirus
Otro peruano cuenta que le dieron el título de socorrista este año en una escuela madrileña por ser surfero, simplemente. No hizo el curso, aunque pagó por él. Las condiciones laborales, como denuncia el resto, eran muy mejorables: libró un solo día en todo el verano y su nómina no pasaba de los 1.180 euros. El hombre asegura que trabajó hasta con coronavirus: “Tenía fiebre, me dieron dos días y volví con la condición de que no comunicara nadie que era positivo en covid”. No es el único caso que ha trabajado enfermo de coronavirus este verano. “Me decían que no había sustituto. O iba, o no cobraba”, denuncia otro que trabajó en una piscina al norte de Madrid. Otros cuentan que en Lima hay empresas que entregan hasta 200 euros por cada amigo que les consigan como clientes y, siempre y cuando se pongan en contacto con estas empresas que traen socorristas a España, como si se tratara de una oferta de Movistar con el fútbol.

Una socorrista argentina de Ibiza de más de 40 años narra en un correo electrónico que en algunas playas ibicencas —y muy famosas— se dan casos de socorristas españoles que no saben nadar. “Así se presta servicio en las playas y con unas condiciones infrahumanas”, afirma. Algunos narran también por mensajes de Twitter que no han librado ni un solo día, desde mayo hasta septiembre de este año. “Si tomás días libres, los sueldos son una miseria”, escribe un testimonio. Un peruano cuenta que acabó tan indignado, que denunció su caso al regresar a Lima: “No sirvió de nada. No hicieron nada”. Otra compatriota suya ha enviado también un correo con una situación parecida: “Ojalá nos hicieran caso en Perú. Estafan mucho. Me enoja que el título que le han dado a mi marido posiblemente sea falso. Son 200 euros que nos quitaron que servía para la crianza de nuestra hija”.

La Embajada de Perú ha instado a las autoridades de su país a abrir de forma urgente una investigación.

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Más casos. Otra mujer peruana denuncia que pagó a sus captadores 700 euros por un título de socorrismo y los trámites para ser contratada en España esta temporada. Un grupo de aproximadamente 25 personas, cuenta, se quedó en tierra. El viaje nunca se produjo, supuestamente porque España les denegó los permisos. Ellos, sin embargo, no vieron ni un solo papel que probase esa denegación. El dinero nunca se lo devolvieron.

Javier, un español que vive en Madrid, fue socorrista hace años en su propia comunidad de vecinos de la capital porque conocía al jefe de la empresa, sin hacer ningún examen. Y sin contrato. Eso fue ya hace 20 años.

Estos son solo algunos de los casos de las víctimas, pero varios empresarios del sector también han contactado con este periódico para denunciar la “competencia desleal” de aquellos que no cumplen ninguna norma. Hablan también de falsificación de títulos, socorristas sin contrato, en situación irregular y de la indolencia de diferentes administraciones que miran para otro lado.

El descontrol es absoluto. En Madrid ya no hay un registro de los socorristas que ejercen, las inspecciones son insuficientes y la picaresca está muy ensayada desde hace años. Las quejas dentro del sector —de trabajadores y empresarios— son constantes, pero, ni siquiera, se les prestan atención cuando denuncian. La docena de fuentes consultadas asume que no es raro encontrar socorristas en piscinas de Madrid y en el resto de España que no saben nadar. La Federación Española de Socorrismo y Salvamento afirma que esto sucede desde hace, al menos, 10 años. “No hay ningún tipo de control”, explica su portavoz.

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