Lamentablemente no siempre se gobierna. Algunos hacen demagogia con este fenómeno de la inmigración, cuando el reto que debemos afrontar los políticos es gobernarlo. Este fenómeno ya no tiene marcha atrás. En la actualidad, 90 millones de trabajadores del mundo han optado por emigrar, voluntariamente o empujados por las circunstancias, según datos recientes de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
En los casos de España y de Catalunya, el crecimiento de la población inmigrante ha sido muy rápido, y los cambios rápidos no son neutros, provocan impacto. Modifican nuestros barrios, la escalera, la escuela de nuestros hijos, …
Pero estos cambios no deben afectar al conjunto de normas que rigen nuestra sociedad. Gobernar el fenómeno de la inmigración significa que las personas que lleguen a nuestra ciudad, sin renunciar ni a su cultura ni a su identidad, interioricen los usos y costumbres de nuestras ciudades, para evitar así una división de la sociedad.
La mediación en el ámbito vecinal y la disciplina en el espacio público son dos elementos para el gobierno de la nueva realidad demográfica, pero el fundamental es la educación.
La escuela iguala más que ningún otro instrumento. El futuro de nuestra sociedad se está decidiendo en las aulas. Por eso, más que nunca, la educación necesita de recursos humanos y materiales y de nuestro compromiso más firme.