Los inmigrantes quieren votar

El País, JESÚS GARCÍA, 19-05-2007

Los inmigrantes quieren votar. Al menos en las elecciones locales, el ámbito donde se toman las decisiones que más afectan a sus intereses. Pero el próximo 27 sólo podrán acudir a las urnas unos 100.000 extracomunitarios: los que han obtenido la nacionalidad española. El resto deberán quedarse en casa, aunque dispongan de permiso de trabajo y de residencia. Las asociaciones de inmigrantes reclamaron ayer que se conceda el derecho al voto a los inmigrantes que acrediten una estancia legal de al menos tres años. Esta medida ayudaría a “fomentar la integración”.

“Si queremos una verdadera integración, se nos ha de dar la oportunidad de participar”. Quien así habla es Manuel Colón, que lleva ocho años residiendo en Cataluña y es representante de la comunidad dominicana, una de las más asentadas. Él mismo posee la doble nacionalidad y acudirá a votar. Pero la mayoría de sus compatriotas aún no pueden hacerlo. Su mensaje a los políticos es claro: “El día de mañana estarán tocándonos a la puerta. Y seguro que los votos de los inmigrantes se repartirán entre todos los partidos”.

Colón asistió ayer a un acto de la Coordinadora de Entidades de Inmigrantes en Cataluña en el que se pidió el “derecho de elegir y poder ser elegido” para “avanzar hacia un nuevo concepto de ciudadanía vinculado a la residencia, y no a la nacionalidad”. Al acto asistieron representantes de los tres partidos del gobierno – PSC, ERC e ICV – , partidarios de ampliar el sufragio en las elecciones municipales a los extranjeros que residan legalmente en España.

Las asociaciones de inmigrantes siguen el desarrollo de la campaña electoral con sensaciones contradictorias: por un lado, interés por los temas tratados – en especial, servicios sociales y vivienda – ; por el otro, desencanto por el hecho de que la inmensa mayoría no podrá acudir a las urnas. Además, hay cosas que ven y no les gustan: “Nos molesta mucho que los partidos utilicen el asunto migratorio como arma de enfrentamiento”, sostiene Andriyan Ninavia, de la Casa de Bolivia.

Los bolivianos son la cuarta comunidad más importante en número (53.000 personas), sólo por detrás de la marroquí (200.000), la ecuatoriana (84.000) y la rumana (63.000), según los datos provisionales del padrón municipal a 1 de enero de 2007. En Cataluña viven un millón de extranjeros, de los que el 90% son de origen extracomunitario.

“A veces nos sentimos halagados, como cuando se reconoce que somos un motor de la economía. Pero otras estamos decepcionados. Eso sí: el día que podamos intervenir, lo haremos”, dice José Vera, presidente de la Federación de Asociaciones Ecuatorianas en Cataluña. En la misma línea se expresa Javed Ilyas, presidente de la Asociación de Trabajadores Paquistaníes en Cataluña: “Para los partidos no somos importantes, porque no podemos votar. Y a la gente no le gusta que un partido hable bien de los inmigrantes”.

Ilyas ve necesario (y factible) buscar un equilibrio entre “integrarse y mantener las raíces”. Por eso ve con recelo que se cree una alarma social “innecesaria” a propósito, por ejemplo, del supuesto reclutamiento de terroristas islámicos en Cataluña. “Además, utilizan el tema de las mezquitas para ganar votos”. En este sentido, la ubicación del futuro oratorio islámico de Lleida, no resuelto por el Ayuntamiento, ha crispado aún más el clima electoral, informa Lluís Visa.

“Para integrarnos, los barceloneses nos tienen que conocer. Por eso organizamos cursos y jornadas, y vemos encantados los matrimonios entre senegaleses y españolas”, comenta desenfadado Barbacan Guueye Cisse, presidente de la Asociación de Senegaleses.

A Dharam Paul Singh Ackoo, presidente de la asociación sij de Cataluña, no le gusta hablar de integración. “Queremos que haya buena convivencia, con los mismos derechos y deberes”. Sobre el derecho a voto, Dharam Paul citó un refrán hindú: “Eres el dueño de la casa, pero no puedes tocar el almacén”. Por su parte, Abdel Kader, de la Asociación Marroquí para la Democracia y el Desarrollo, afirma sentirse “un ciudadano de segunda”. Por eso pide a los políticos que “sigan el ejemplo de Bélgica y Holanda” e incorporen el voto inmigrante.

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