Ocio / Espectáculo

«Aquí no nos toman en serio»

El Mundo, COTE VILLAR, 11-05-2007

La bailaora Yuki Onuma, el guitarrista Eizo Tawara y el cantaor Masanobu Takimoto actúan hoy en el Suma Flamenca A Masanobu Takimoto le llaman El cartero porque dejó su trabajo en el servicio de Correos japonés para hacerse cantaor de flamenco. «Tiene la voz ronca», apunta una que le está escuchando cantar en plena plaza de Antón Martín, donde se hace la foto. «No, la tiene rajá», puntualiza el guitarrista, que responde al nombre de Eizo Tawara pero habla un sevillano rápido y algo cómico. Al toque, Siro Ijuin, palmero de Tokio que dejó su prometedora carrera de informático para dedicarse a esto de la percusión. Completa el cuadro una flamenca Yuki Onuma, bailaora también de la capital japonesa, que se ha puesto una falda y un ceño fruncido para zapatear con tiento al ritmo de lo que le marcan sus compañeros.


Estos cuatro nipones son la respuesta del Festival Suma Flamenca al furor que existe actualmente en el país del sol naciente por el arte jondo. Sólo en Tokio hay más academias de flamenco que en toda España. Los artistas comienzan a tomar clases en su país, luego pasan un par de cursos en España perfeccionándose y regresan a Japón convertidos en profesionales. Eizo, Yuki, Siro y Masanobu han sido invitados por la Comunidad de Madrid a actuar esta noche en el Círculo de Bellas Artes, donde Esperanza Aguirre le va a entregar un reconocimiento al embajador de Japón en España, Motohide Yoshikawa, por su labor de difusión del flamenco.


«La primera vez que escuché flamenco no entendí nada», reconoce El cartero, usando precariamente el castellano. «Empecé como guitarrista, mi padre tocaba la guitarra de flamenco un poquito. Él no había estado en España, era un aficionado japonés más. Era difícil ver allí a un cantaor porque en Japón lo normal es que haya bailaores y guitarristas, pero no cantaores», explica.


«La primera vez que vi flamenco estaba en la universidad, estudiaba Informática en Tokio y siempre estaba delante del ordenador», explica Siro. «Aquello era totalmente diferente de mi vida. Era Paco de Lucía y bailaba Joaquín Grilo. Me emocionaron tanto que no podía pensar en otra cosa que en hacerlo yo mismo. Tenía 19 años. Busqué allí una academia con una profesora japonesa». En 1998 viajó a Sevilla, donde pasó un año estudiando las raíces de este tipo de arte. «Ahora viajo a Espa – ña cada dos años para reciclarme».


Cuando la carrera o la ambición de alguno de ellos llega más lejos, se encuentran con ciertos prejuicios, que Eizo Tawara – el que mejor domina nuestro idioma – comprende hasta cierto punto: «La mayoría no nos toma en serio y lo entiendo. Lo principal en el flamenco es el cante, ¿cómo va a cantar bien un japonés que no sabe castellano?». El cartero, por ejemplo. «Pero es que ahí está lo más grasioso, no sabe hablar pero cantando se expresa fenomenal. Es por afición. No ha vivido aquí mucho tiempo, le gusta comer arroz, estar rodeado de japoneses… El caso es que le gusta mucho más Japón que España, pero a la vez siente el cante y es capaz de emocionar. De llegar al corasón. Él se queda con eso».


Eizo recuerda también la primera vez que escuchó los sonidos de unas cuerdas flamencas. «Desde chiquitito yo tocaba la guitarra japonesa. Pero la técnica que se emplea en el flamenco es muy llamativa, y por curiosidad me metí en una asociación donde se practicaba. Fue en Osaka. Allí vi a un guitarrista flamenco por primera vez, Juan Maya Marote, y me quedé asombrado. ‘Qué cosa más de machotes’, pensé – me han gustado siempre las artes marciales y las cosas de mashos, aclara – ». Luego se vino a España y se enamoró del cante, «si supiera cantar no tocaría la guitarra», afirma.


También Eizo es el encargado de desmitificar la afición japonesa, más numerosa a priori que la española. «Lo que hay en Japón no es tanto afición al flamenco sino frivolidad», sentencia. «A las chicas les gusta vestirse de gitana y lucirse, y comparándolo con otros tipos de baile, les parece más fácil de practicar. Muchas veces se toman las cosas a cashondeo».


«Siempre hemos sido una raza a la que le ha gustado mucho aprender de las culturas ajenas, somos curiosos por naturaleza. Con el jazz, por ejemplo, ha ocurrido lo mismo. Cuando pase esta moda quedarán los aficionados de verdad, que es lo que yo estoy esperando», dice Eizo.


Tienen que seguir ensayando y se termina la charla. La responsabilidad de esta noche es muy grande. «No puedes imaginarte lo contentos que estamos de estar en el mismo festival que Mercé, El Güito o Sara Baras. Es un grandísimo honor para nosotros, que somos aficionados y que nos hemos alimentado viendo y sintiendo a los artistas de aquí. Nunca pensé que esto fuera a suceder, jugar en la misma liga que los números uno, así que ya me puedo morir tranquilo», dice Eizo, que es flamenco hasta para la exageración.


Japón flamenco


. En el Círculo de Bellas Artes, a las 22.00 horas.

Texto en la fuente original
(Puede haber caducado)