Los murcianos están bastante insatisfechos con la calidad de vida que ofrece la capital. Así se desprende al menos de un estudio realizado por un grupo de investigación de la Universidad de Murcia que dirige el psicopatólogo José Buendía, y que ayer fue presentado en las jornadas Pensar en la Ciudad. Los 559 ciudadanos encuestados han sido implacables: suspenden al transporte público y a los servicios de limpieza, se quejan de la falta de zonas verdes, consideran «insoportable» el tráfico y critican la marcha de los cines a los centros comerciales del extrarradio. Cuatro de cada diez aseguran que la ciudad les produce estrés.

Los encuestados residen en los diferentes barrios de Murcia (las pedanías se han quedado fuera del estudio) y han sido seleccionados mediante muestreo estratificado y aleatorio. La encuesta se ha realizado a través de entrevistas personales. La suciedad es uno de los principales problemas detectados. El 67% de los murcianos consideran que las calles están sucias. El transporte público es deficiente para el 53%, y el 73% denuncia la falta de zonas verdes. El tráfico que sufre Murcia es excesivo para el 60% de los encuestados, y el 73% considera que los cines deberían permanecer en el casco urbano, y no en el extrarradio. Además, cuatro de cada diez tachan de «mediocre» la oferta cultural y de ocio.

Inmigración

Sólo el 24% de los murcianos entrevistados consideran «molesta» la presencia de extranjeros. Por otra parte, llama la atención que el 23% de los participantes en la encuesta tienen unos ingresos familiares inferiores a los 1.000 euros.

Estas cifras son, en cualquier caso, sólo un avance del estudio, porque las encuestas están todavía procesándose. El objetivo de los investigadores es establecer comparativas entre los diferentes barrios de la ciudad. «Lógicamente, en unas zonas se quejan más de la falta de espacios verdes o del transporte público que en otras», explica el profesor Buendía. El psicopatólogo reivindica la ciudad como «un lugar para vivir», escenario «del encuentro, de las relaciones sociales, de la vida cultural». Pensar la ciudad «es un acto que va más allá del urbanismo», advierte.