«No voy a dar nombres. He recibido nuevas amenazas y tengo miedo»

Dos ex «Latin Kings» declararon como testigos protegidos en el juicio a la cúpula de la banda

La Razón, Diana Valdecantos, 09-05-2007

MADRID – Durante un tiempo fueron uña y carne. Tomaban copas, se hacían
confidencias y si la cosa pintaba fea, defendían con los puños al resto.
Ayer, un biombo se interponía entre ellos apenas unos centímetros, pero la
distancia que les separa, hoy por hoy, es casi indescriptible. Los ex
«Latin Kings» que declararon ayer como testigos protegidos alteraron el
fluir de un hasta hora juicio tranquilo.
Antes de que el primero
comenzase a hablar, el familiar de uno de los encausados espetó: «El
chivato número 1». De poco servía el distorsionador de voz con el que
alteraban el tono de los antiguos reyes. Apenas daban un par de datos,
tanto los acusados como los familiares sabían quién estaba sentado al otro
lado. El testigo ya conocido en la sala como el «número 52», el que inició
las declaraciones de los ex miembros de la banda, se contradijo varias
veces y en ocasiones parecía que no entendía las preguntas que se le
formulaban. Si la fiscal le preguntaba si había recibido órdenes directas
de matar «ñetas» contestaba que sí, pero a la misma inquisición por parte
de algún abogado defensor, declaraba lo contrario.
Con el
«número 53» el ambiente se caldeó bastante más. Como su antecesor, declaró
que el día que murió un «Latin» a manos de la banda rival, todos
recibieron la orden de acudir a la discoteca Casablanca a acabar con los
«ñetas», muchos, armados con diversas armas blancas. No fue la única vez
que oyeron ese mandato de sus superiores, en varias reuniones les
conminaron a «matar ñetas» como, por ejemplo, a los de Majadahonda.
Señalar a los agresores
Ambos explicaron que no
pagar la cuota semanal a los «reyes» traía consigo un castigo así como
querer abandonar la banda. Hasta tres agresiones sufrió el «número 52» que
dio cada uno de los nombres de los atacantes. El 53 en cambio, cuando fue
preguntado por la identidad de sus agresores, se plantó. «No voy a dar
nombres. He recibido nuevas amenazas y tengo miedo por mí y por mi
familia», dijo con la voz distorsionada, pero de poco le sirvió.
En ese momento tuvo que intervenir el presidente del Tribunal, quien le
explicó que no podía ocultar datos ni decidir qué información desvelaba.
«La Ley le obliga a dar los nombres», le explicó antes de hacerle entender
que si ocultaba información podía incurrir en un delito. «Podemos hacer un
receso si se encuentra mareado – el testigo había pedido agua y estaba
nervioso – pero va a tener que dar los nombres», le repitió.
Tras los diez minutos y la declaración de otra testigo, el «número 53»
se remitió a su declaración durante la instrucción. «Quiero decir que todo
lo que dije en mi manifestación es verdad». No señaló a sus atacantes. Sin
embargo, en otro momento de su comparecencia, que se alargó durante dos
horas, se negó a contestar de nuevo. Fue al ser preguntado por las visitas
al líder de la banda quien supuestamente dirigía la organización desde el
exterior. Tengo miedo, no lo voy a decir. De nuevo intervino el presidente
del Tribunal. «Puede decir que no se acuerda o que no lo sabe, pero no
puede decir que lo sabe y que se niega a desvelarlo». Entonces el «número
53» aprendió la lección. A partir de ese momento, las inquisiciones
incómodas las respondía con un «no me acuerdo».
Aplausos
Hasta tal punto se excedió en su uso que
una de las abogadas defensoras se hartó y se quejó. «Esto es una tomadura
de pelo. Es obvio que el testigo está mintiendo», protestó y se ganó un
aplauso del público asistente en la sala, la mayoría, familiares de los
acusados.
El presidente del Tribunal salió en su defensa y aludió a
la situación difícil de cualquier testigo protegido, unas circunstancias a
tener en cuenta, dijo. Así que se optó por leer su declaración durante la
instrucción: «Se cruzó con dos Latins que le pegaron y le dijeron: Si
en 48 horas no pagas, te vamos a buscar a casa. Cada vez que te veamos por
la calle te vamos a dejar desnudo y te vamos a quitar los zapatos. Te
vamos a cortar los dedos porque eres un ñeta»…
Además, y como prueba de la omnipresencia del «Padrino» en las reuniones de
la banda cuando estaba en la cárcel, el testigo «número 53» detalló como
se rezaba por el fundador de la banda cuando se juntaban. Nunca le conoció
en persona, pero aseguró haber oído que era «muy violento y agresivo. Le
daba igual clavarle un cuchillo a alguien», dijo. Hoy declaran más
testigos.

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