El CCCB se convierte en tierra de nadie con la división artificial de 'Fronteres'

El Mundo, VANESSA GRAELL, 04-05-2007

La exposición reúne fotografías de Cachemira, Palestina, Corea del Norte o Cuba Existe una tierra de nadie, un territorio límite que separa a los hombres por propia decisión: las fronteras.Impuestas, históricas, ficticios, psicológicas o culturales.Hay muchos tipos de fronteras, empezando por las barreras invisibles que se vuelven reales cuando se materializan en muros. En el Centre de Cultura Contemporània de Barcelona (CCCB) se pueden explorar esas divisiones abstractas con la exposición Fronteres, que llega desde el Musée des Confluences de Lyon. Cachemira, Palestina, La Habana, Melilla o Corea del Norte son algunos de los escenarios por descubrir.


De la oscuridad surge una patera negra sobre un mar aún más negro que da la bienvenida a los visitantes. Es un mural gigante de Josep Niebla, «un cuadro de agitación que pertenece a la cultura popular», señaló ayer el director del CCCB, Josep Ramoneda. Esta pintura inaugura una muestra «conceptual y emotiva», donde los textos tienen el mismo protagonismo que las fotografías, señaló el responsable de exposiciones del centro, Jordi Balló. Los escritos e imágenes periodísticos, con una voluntad más analítica, se complementan con una mirada más artística y lírica.


Comisariada por los geógrafos franceses Michel Foucher y Henri Dorion, Fronteres se puede ver desde hoy hasta el 30 de septiembre y reúne fotografías de Patrick Bard, Olivier Coret, Eric Roux – Fontaine o Michel Séméniako, entre otros.


El recorrido de la muestra se concibe a partir de la idea de los límites, se trata de «hacerlos físicos con muros que colisionan sobre el edificio», explicó el arquitecto Enric Massip, responsable del diseño de la sala. Cuando se llega a la sección dedicada a Palestina, el pasillo se estrecha y las paredes son tan grises como el muro de cemento que levantó Israel para separar Gaza y Cisjordania. Un muro que sirve de lienzo a las protestas de los jóvenes.


«Desde el momento en que se dibuja una frontera la voluntad del ser humano es cruzarla», sostuvo Massip. Por eso, intentó que el ámbito dedicado a la comunidad gitana, que cruza fronteras constantemente, destacara arquitectónicamene. Las fotografías de los gitanos – algunas están bañadas en pan de oro, como iconos bíblicos – sobresalen de las paredes o se hunden en ellas.


La exposición se puede recorrer como un itinerario clandestino, el mismo que realizó Kingsley, un joven camerunés de 22 años.El fotógrafo Olivier Jobard siguió a Kingsley hasta Francia retratando su sueño de libertad que se trunca en pesadilla cuando es detenido en Marruecos o sobrevive al trayecto en cayuco hasta Canarias.


La muestra también rescata del olvido un territorio en guerra permanente desde su nacimiento, Cachemira. Las fotografías en blanco y negro cautivan al espectador igual que los valles míticos de Cachemira sedujeron a la fotoperiodista Marie Dorigny. La vida cotidiana queda registrada en jardines flotantes, flores de loto o una niña que sale del colegio cruzando el río Sindh, a los pies del Himalaya. La tranquilidad de una calle desierta se vuelve inquietud al saber que esa paz se debe a la imposición del toque de queda. Entonces, el rojo salpica la fotografía de un militante independentista abatido.


Lejos de ser una línea abstracta, las fronteras son una realidad que afecta, invade y daña a los seres humanos. «Resulta espeluznante que la comunidad internacional acepte la fragmentación de ciertos territorios», indicó Ramoneda, poniendo el ejemplo de la desintegración de Yugoslavia. «Ya veremos qué pasa con Irak», advirtió.


Ocean Drive vs. el Malecón


Dos fachadas enfrentadas, separadas por 300 kilómetros de mar.Y una frontera entre ambas. ‘Ocean Malecón Drive’ es la instalación que reconstruye la moderna Ocean Drive de Miami frente al Malecón de La Habana. «Desde cada lado sueñan con el otro», señaló Angel Morúa, coresponsable del proyecto junto a Enric Massip.


Las dos calles fueron fotografiadas en diciembre por Massip y Morúa. En la instalación del CCCB, las imágenes panorámicas recrean la silueta de los edificios tal y como se ven desde el otro lado.En medio de La Habana y Miami, un mar de dolor, conflictos y bombardeo mediático. La alfombra azul es una guerra de imágenes e iconos significativos que emparentan ambas ciudades: fichas de casino, puros, jugadores de béisbol, todos los presidentes de EEUU y de la isla («De Cuba hay pocos», ironiza Massip). Tanto Miami como La Habana han mostrado su interés por exponer esta instalación.


Después de esta calle marítima el visitante puede amarrar en tierras españolas a través de un continente ajeno, Africa. La instalación Melilla – Nador, que cierra la exposición, plantea una reflexión sobre si Europa es una isla. Melilla, fortificada por una triple barrera de 20 metros de anchura, resucita el fantasma del muro de Berlín, una metáfora que separa el infierno del paraíso.

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